arando en el mar
¿A dónde irán los turistas que no puedan entrar en Canarias?
¿Qué tiene nuestra principal fuente de ingresos para que les siente tan mal a la mayoría de los partidos de izquierdas y seudoprogresistas e incluso a algún que otro partido nacionalista?
La prueba de que cualquiera puede llegar a ser político y, por extensión, a concejal, alcalde, diputado o presidente de una comunidad autónoma, lo tenemos a la vista: todos los días algunos de los recientemente elegidos para representarnos en las distintas instituciones y organismos públicos nos dan una lección de indigencia intelectual, moral y política que dan ganas de vomitar. En vez de servir al pueblo que los ha votado, sirven a una ideología populista y refractaria , intentando hacer política mediante gestos que tan sólo sirven para poner de relieve sus verdaderas y penosas limitaciones.
Una buena parte de dichos políticos la han tomado, nada menos que con el turismo. ¿Qué tiene nuestra principal fuente de ingresos para que les siente tan mal a la mayoría de los partidos de izquierdas y seudoprogresistas e incluso a algún que otro partido nacionalista de este país? ¿Por qué están empeñados en frenar el crecimiento del principal sector estratégico de muchas comunidades autónomas entre las que se encuentra Canarias? ¿Se habrán vuelto locos o, simplemente, es que su miopía política les condiciona para ver cuál es el verdadero camino para salir de la crisis?
Si en Barcelona, donde la alcaldesa Ada Colau se salta la ley según le convenga a sus directrices sectarias del momento, se ha decidido paralizar todas las inversiones turísticas durante al menos un año, en Madrid la alcaldesa de podemos quiere poner un impuesto a los turistas siguiendo la iniciativa balear, y en Canarias, el alcalde-presidente, decidió un día por la mañana que era conveniente delimitar la entrada de turistas y, cuando se dio cuenta de la barbaridad que había dicho, por la tarde decidió que se le había tergiversado y, para terminar de arreglar el asunto, aseguró que en realidad su intención era la de “elaborar un estudio de planificación del modelo turístico canario”.
A lo que habría que preguntarse si los que actualmente nos gobiernan, CC+PSOE, son los mismos que nos vienen gobernando desde hace años ¿por qué ese cambio?; y, si es así, habría que averiguar que han hecho, pues, con el dichoso modelo turístico que ya existía; porque no nos irán a decir que los actuales dirigentes de esos mismos partidos que nos gobernaban y que nos siguen gobernando, no están de acuerdo con las políticas turísticas que ellos mismos nos han impuestos hasta ahora. ¿Estamos todos locos? ¿O acaso nos quieren volver locos a los demás? El problema es que con las cosas de comer no se puede ni se debe jugar.
Y es que el turismo, para bien o para mal, representa nada menos que el 30 % del PIB de Canarias; constituye, pues, un sector estratégico con el que no se puede estar haciendo experimentos. Pero, por desgracia, en estos momentos hay demasiados interesados en subirse al carro del maná turístico y demasiados indocumentados que se atreven a hacer declaraciones tipo: “lo interesante es que el turista venga y deje recursos. Ahora mismo la capacidad que tiene Canarias para asimilar turismo hay que debatirla…” como si las Leyes territoriales y los planes generales que existen no limitaran ya el número de turistas o como si los viajeros que acogemos vinieran cargados de dinero para gastárselo indiscriminadamente allá donde veraneen.
Desde la crisis ya nada es igual. Ninguna economía, incluida la familiar, es ya lo que era. Y, la mayoría de los turistas planifican cuidadosamente su viaje, el coste del mismo y lo que pueden y no pueden gastar. La realidad es que se viaja más pero en periodos más cortos de tiempo. El nuevo turista busca descansar en un entorno apropiado a su presupuesto pero sin renunciar a la comodidad a la seguridad y a las nuevas experiencias. Y, precisamente por ello, los destinos turísticos tienen que estar preparados para adaptarse a los nuevos gustos de los clientes ofertando, cómo no, sol y playa pero, también, lujo, calidad y excelencia.
Por ello, el mejor plan turístico es aquel que parte de reconocer qué puede ofertar, en qué condiciones y a qué publico objetivo. Dicho plan debería estar consensuado entre los entes públicos y los privados para trabajar por un beneficio común que fomente la calidad, que logre una adecuada y necesaria diversificación, así como crear productos turísticos atractivos para distintos tipos de turistas estableciendo los mecanismos adecuados para conseguir un cambio estructural del sector -donde se priorice la renovación de una buena parte de la planta alojativa- y que todo ello contribuya a mejorar la oferta turística así como su comercialización a través de los nuevos canales y soportes digitales. Lo demás es poner en tela de juicio nuestro propio futuro.