confieso que he pensado
El saludo
Clavijo, el nuevo macho alfa del nacionalismo canario, no se ha andado con chiquitas a la hora de pasar página
Nunca un presidente saliente ha disfrutado de tan escaso protagonismo en la toma de posesión de su sucesor. El saludo entre Clavijo y Rivero tras la elección del primero como nuevo jefe del Ejecutivo canario bien podía haberse producido entre Clavijo y un bedel, entre Clavijo y el kiosquero al que le compra la prensa los domingos, entre Clavijo y el carnicero del barrio o entre Clavijo y un primo tercero al que sólo ha visto una vez en su vida y ni siquiera se acuerda de él. Fue tan breve, tan poco sentido , tan carente de cualquier atisbo de simpatía, que rozó la desconsideración.
El nuevo presidente, que voluntaria o involuntariamente puso en práctica ese viejo lema según el cual no existe mayor desprecio que la falta de aprecio, escenificó no sólo la evidente falta de empatía entre ambos personajes, sino su intención de desligarse de un gobierno al que, como a todos, juzgará la historia, pero que de momento se halla muy lejos de la aprobación por parte de la opinión pública de las islas.
Los estrategas de CC hacía mucho tiempo que lo tenían claro: el antaño jefe de la tribu, el otrora bien amado, había acabado por convertirse en un lastre. Mucho tuvo que ver en ello su convivencia con una crisis económica y social sangrante que azotó a la totalidad del país, pero incluso en mitad de tal tormenta, a un faro político se le presupone un cierto grado de simpatía que se traduzca en el predominio del sentido común. Cuando menos, dejar de un lado la arrogancia y la prepotencia como armas de defensa ante la crítica. Pero no, él fue a lo suyo . Y sus compañeros de filas, sus antiguos camaradas, aquellos que se deshacían en loas y abrazos, también. Qué remedio.
Por ello, Clavijo, el nuevo macho alfa del nacionalismo canario, no se ha andado con chiquitas a la hora de pasar página, porque los gestos, si son voluntarios, se convierten en una clara muestra de las intenciones y las convicciones , y en el caso de que no lo sean, de que se produzcan como consecuencia de una reacción instintiva, evidencian incluso un mayor grado de mimetización en relación a unos determinados objetivos y creencias. En cualquiera de los casos, Clavijo se ha delatado.
Pero ahí no acaba nada, sino que empieza, porque los gestos, por mucho que revelen, gestos son, y las palabras, por muy magnificentes que sean, otro tanto de lo mismo. Clavijo, que se encuentra un panorama económico y social complicado, tiene ante sí un reto enorme con dos posibles resultados : alejarse de verdad de Paulino Rivero o parecerse cada vez más a él.