cultura
Tenerife Danza Lab sigue los pasos de Cesc Gelabert en Venecia
El trabajo realizado con los bailarines de la «Biennale College» para la presente edición del festival veneciano, que dirige Virgilio Sieni desde hace dos años, no dejó indiferente a nadie
Tenerife Danza Lab, la Compañía Residente de danza del Auditorio Adán Martín de Tenerife, podría contar con el bailarín y coreógrafo Cesc Gelabert como artista invitado en uno de sus programas didácticos específicos para la próxima temporada, ante el éxito obtenido por el artista catalán en la Biennale de danza de Venecia.
El Auditorio de Tenerife, con una encomiable vocación de servicio público y de fomento de la creación en el campo de la danza contemporánea, lleva a cabo tres líneas principales de acción. La idea, nacida hace ya seis años, parte de la experimentación como método de trabajo, y su finalidad es crear una pieza colectiva con herramientas novedosas para el colectivo.
Al invitado se le pide un espacio de taller de creación abierta a un número de personas de la comunidad dancística de la isla, o residentes en ella, según sus perfiles, ya que el ritmo de trabajo exige el término de la creación en un plazo de un mes, aproximadamente.
Hasta ahora casi todos los talleres han conectado con el ámbito geográfico de actuación, y no siempre ha consistido en una pieza de danza. Puede tratarse de un estudio u otro modelo que permita la interactuación con el público, con absoluta libertad en el reto.
Desde luego, no cabe duda de que Gelabert encaja en ese papel de “exploración consciente de cada alumno para acceder a un movimiento libre”, que señala Tenerife Danza Lab en su presentación en la web corporativa. El trabajo realizado por Cesc Gelabert con los bailarines de la ‘Biennale College’ para la presente edición del festival veneciano, que dirige Virgilio Sieni desde hace dos años, no dejó indiferente a nadie.
Con el título de ‘La dignidad del gesto’, Sieni presentó el reto de un trabajo integrador en el que 17 coreógrafos distintos fueron invitados a desarrollar una pieza, a representar al aire libre o en espacio cerrado. Pero eso sí, siempre en algún lugar emblemático de la ciudad de los canales, de modo que el público quedara igualmente integrado en el hecho artístico.
Gelabert apostó por ‘Dirty hands and beauty’, una pieza de 20 minutos para siete bailarines que se entregaron en cuerpo y alma, bajo un intenso sol, en el Campo Sant’Angelo (una típica plaza abierta en la que los venecianos que toman el aperitivo conviven con los ajetreados turistas que corretean entre puentes y callejones).
Partiendo de un fragmento de ‘Winter Journal’ (Paul Auster), la propuesta de Gelabert surge de imaginar lo que muestra un caleidoscopio y de la rápida sucesión de imágenes mentales de aquellas cosas que todos, a lo largo de nuestra vida, hemos tocado alguna vez con las manos.
A partir de esa sencilla acción común a la humanidad, y del concepto de la belleza, las manos y la suciedad, Gelabert desarrolla un ejercicio que abarca el ambiguo espectro que divaga entre una belleza sucia y una bella suciedad.
La pieza resultó verdaderamente inquietante y consiguió la entrega absoluta del público, que se mostró expectante en todo momento, logrando esa difícil complicidad que se conquista sólo con talento. (Hubo, eso sí, unos instantes de cierta cautela entre los más cercanos al espacio de movimiento cuando uno de los bailarines introdujo en escena un balde de arcilla fresca, en el que meter las manos).
El éxito de de Gelabert fue clamoroso los tres días de representación en el veneciano Campo Sant’Angelo, y tal y como él mismo afirmó, “hoy podría decirse que existen tantos modelos de bailarines como bailarines mismos y por eso me interesan este tipo de proyectos que se enmarcan en el ámbito formativo , como Biennale College ”.
Asimismo, también fueron invitados a colaborar en proyectos coreográficos con la ‘Biennale College’ otros creadores internacionales como Emanuel Gat, Radhouane El Meddeb, Yasmine Hugonnet, Sharon Fridman o Salva Sanchis, entre otros. Porque como dice el propio Virgilio Sieni… “Hay que entender la danza como espacio de convivencia ”. En la presente edición le fue concedido el León de Oro a la creadora belga Anne Teresa de Keersmaeker, cuyo nombre suena para próximas temporadas en el Cuyás.