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LPGC: ¿A quién le importa?
Lo que se atisba si nadie lo remedia es un pacto entre el resto de fuerzas políticas para, literalmente, «echar al señor Cardona» como públicamente ha declarado Javier Doreste
Pasó el 24-M y como ocurre después de cada cuatrienio, los políticos, programadores, gestores y responsables de los programas de desarrollo, en este caso, de la administración local, presentan a los ciudadanos sus cuentas de resultados. La Historia demuestra cómo Las Palmas de Gran Canaria ha sido siempre una ciudad con una asombrosa capacidad de reinventarse, de adaptarse a los tiempos para moverse al ritmo del progreso y mejorar su economía como capital de Gran Canaria y consecuentemente la de sus vecinos y ciudadanos del resto de la Isla y del Archipiélago.
Durante estos últimos cuatro años, nuestra ciudad ha seguido demostrando precisamente eso, desarrollando políticas activas de reinvención basadas en apoyar e impulsar aquellas que son sus fortalezas naturales, es decir, el mar, el turismo de calidad y su proyección internacional en ámbitos tan diversos como la cultura, la economía del conocimiento, las inversiones, la sostenibilidad, el deporte o el ocio, lo cual sin duda repercute en la creación de empleo.
Durante esta legislatura que ahora acaba nuestra capital ha sido capaz de volver a hacerlo incluso estando inmersa en el que sin duda ha sido el periodo de crisis más duro de la democracia. Pasada la marea de datos electorales y debido a ella sumergidos en negociaciones de lo más variopintas, los vecinos de Las Palmas de Gran Canaria asistimos ojipláticos ―que diría una buena compañera― a lo que puede ocurrir en nuestro gobierno municipal, y consecuentemente, a lo que pueda pasar con el proyecto de desarrollo y progreso que se había iniciado hace ahora cuatro años.
Y es que…, miren ustedes, a pesar de que el partido que apoya al que hoy es el gobierno en funciones de nuestro ayuntamiento haya vuelto a ganar las elecciones, en esta ocasión no lo ha hecho con una mayoría determinante. Tendrá diez concejales, por lo que necesita de pactos, cosa que en principio no es mala cosa, para poder completar los proyectos ya iniciados y consolidar el modelo de ciudad antes descrito.
Pero no parece que esto vaya a hacer fácil pues, según los ciudadanos hemos podido saber por las declaraciones hechas por los diferentes líderes de los partidos que consiguieron concejales a los medios de comunicación, lo que se atisba si nadie lo remedia es un pacto entre el resto de fuerzas políticas para, literalmente, «echar al señor Cardona» como públicamente ha declarado Javier Doreste, líder de Las Palmas Puede, que obtuvo 27.127 votos gracias a la unión en una plataforma de nada menos que seis partidos (Podemos, IU de la capital grancanaria, Equo, Partido Humanista, Ganemos e Independientes) aupándolo así al tercer puesto por número de votos que a la postre le han otorgado seis concejales.
Para superar los quince ediles que le permitan gobernar con estabilidad y que el señor Doreste pueda realizar su sueño de desbancar al actual alcalde en funciones también necesita pactar. Si es consecuente con lo que dijo durante la campaña electoral cuando afirmó que no se uniría a ningún partido que en su lista tuviera algún imputado por delitos de corrupción, las posibilidades se le acortan pues por tales motivos quedarían descartados, por un lado el PSOE que tiene en sus filas a la edil Inmaculada Medina imputada por un supuesto delito ecológico vinculado a la gestión del vertedero de Salto del Negro. Y por otro, Nueva Canarias, cuyo representante municipal Pedro Quevedo mantiene una imputación por un tema relacionado con los centros de menores acaecido durante su etapa como Consejero de Política Social y Sociosanitaria del Cabildo Insular de Gran Canaria a lo largo del mandato 2007-2011.
Por saber quedan varios asuntos pero así, de manera más cercana, dos: uno, si el señor Doreste es aficionado al «donde dije digo, digo Diego», y dos, si los socialistas municipales del señor Augusto Hidalgo responderán a la cordura que en principio se les supone, o por el contrario, obedecerán las inquebrantables directrices emanadas de los pactos en cascada que parece que su partido está acordando con Coalición Canaria en una especie de renovación del pacto del Tinell.
Y mientras los intereses partidistas elucubran sobre cómo desbancar a los bancados, los laspalmeños nos preguntamos ¿y Las Palmas de Gran Canaria le importa a alguien?