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Un sistema electoral injusto

Este disparate es consecuencia de la negativa de Coalición Canaria y PSOE, por sus particulares intereses, a debatir esa reforma de nuestro sistema electoral

arturo trujillo

Una vez más, cuatro años después, vuelve a aparecer en nuestra vida política una vieja injusticia. Algo tan importante para la vida democrática de Canarias como su sistema electoral, se ha convertido en una norma injusta. Porque es evidente, y acabamos de comprobarlo el pasado domingo, que beneficia a aquellos partidos políticos que solo presentan candidaturas en una determinada circunscripción insular, en detrimento de los que lo hacen a nivel regional. Es lo que ha sucedido con Ciudadanos y Socialistas por La Gomera. Mientras los de Rivera presentaron su candidatura al Parlamento regional en todas las islas y obtuvieron 50.000 votos y ni un solo escaño, los de Curbelo sólo lo hicieron en su isla natal, obtuvieron 5.000 votos y el sistema les otorgó tres escaños. ¿Es esto justo?

Pues no. Pero que conste que este disparate es consecuencia de la negativa de Coalición Canaria (CC) y PSOE, por sus particulares intereses, a debatir esa reforma de nuestro sistema electoral. Porque consideran que una modificación podría perjudicarles. Y miren por dónde, ¿quién le iba a decir a los socialistas que, precisamente por culpa del actual sistema electoral, tres diputados que hubiesen podido sumar a su “saca” particular y que hasta podrían facilitar el acceso del PSOE a la presidencia del Gobierno de Canarias, se los ha arrebatado Casimiro Curbelo con su nuevo “chiringuito“? Cosas veredes, amigo Sancho.

Les diré que a lo largo de la octava legislatura hubo un momento en el tuve la esperanza de que la reforma se llevaría a término. Me pareció que el interés porque así fuese, mostrado tanto por Nueva Canarias (NC), como por el Centro Canario Nacionalista (CCN), podría llegar a convencer al resto de nacionalistas. Y es que hasta la Mesa del Parlamento regional calificó una proposición de Ley promovida por los de Román Rodríguez, en la que se planteaba la sustitución de la barreras electorales del 6% regional y 30% insular, por una sola del 5% en cada circunscripción. Y, además, porque el CCN había solicitado se incluyese en el nuevo texto, la implantación de unas listas abiertas que permitiesen elegir libremente a los futuros diputados. Pero, una vez más, “nuestro gozo en un pozo”.

En un Panorama anterior en el que expresé mi apoyo a estos dos planteamientos, dije también que ese nuevo texto podría complementarse con la elevación del listón de exigencia ética a la hora de elegir candidatos, una reducción del número de diputados y su regulación retributiva, así como una revisión a la baja de las cantidades que los partidos perciben por cada diputado regional y la obligación de aceptar que gobiernen las listas más votadas. Pero, a pesar de que todo esto iría en beneficio del fortalecimiento del pluralismo político, nada ha sido posible. Y, claro, sigo pensando que es porque no les interesa cambiar ese injusto sistema electoral.

Un sistema electoral injusto

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