impertinencias liberales

Marx (Groucho) en el parlamento

El sector hotelero no emplea menos personas que en 2007, pero esto da igual cuando un político quiere crear una ley para resolver un problema inexistente

antonio salazar

No es tan relevante el resultado como el hecho mismo de debatir en el parlamento una norma que pretendía fijar un mínimo de trabajadores en las plantillas de los hoteles . La ocurrencia socialista no prosperó pero muestra hasta qué punto está de amenazada la libertad en estas apartadas islas. Pase que todos tengamos una legítima preocupación por las escandalosas cifras de paro, pero la más elemental prudencia obligaría a ser cauto en las propuestas para solucionarlo.

Desde luego que podría pensarse en aprovechar de forma más eficiente los recursos para formación, procedentes de Europa, que han dilapidado todos estos parásitos de ideas brillantes. Pero con la autocrítica con la que adornan cada una de sus actuaciones, detectan un problema, hacen un diagnóstico errado y proponen una solución disparatada siguiendo a los Marx (tanto da Groucho que Carlos). El problema es que, por si fuera poco, los datos que usan para plantear su propuesta no son ciertos y si se les hace ver la inconveniencia, la dicharachera diputada Gloria Gutiérrez se lanza a aventurar que por algún sitio deben empezar. Así que el sector hotelero no emplea menos personas que en 2007, pero esto da igual cuando un político quiere crear una ley para resolver un problema inexistente.

Concedamos por un instante —aun siendo falso— que Gutiérrez tiene razón y que los empresarios están haciendo lo mismo que entonces con menos personal. Más que sancionar esa eficiencia, lo que deberíamos hacer es celebrar el aumento de productividad de los trabajadores del sector. Pero si se interrumpe, mediante ley, esa necesaria mejora puede producir una desajuste que en el futuro acarreará nuevos problemas. Sin ir más lejos, obligados por ley a contar con un número de trabajadores, se crearían dificultades para la innovación tecnológica o sería casi imposible subcontratar servicios esenciales en la gestión hotelera. Sin olvidar, claro está, lo que ya sabemos que ocurre cuando se fijan precios, que es lo que se haría al establecerse una norma tan idiota como perniciosa.

Estos son los problemas de contar con un parlamento cada vez más lleno de hombres y mujeres sí, de esos que da igual de lo que se trate, siempre que el partido lo proponga ellos votaran acríticamente. Personal subordinado, diputados que apenas son expertos en otra cosa que no sean las luchas palaciegas por colocarse en las listas. El problema es, como siempre, que ellos no deben asumir jamás las consecuencias de los tonterías que son capaces de perpetrar en nuestra cámara de leyes.

Marx (Groucho) en el parlamento

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