arando en el mar
La competitividad turística de Canarias
Lo que debemos aprender es que no podemos ni debemos perder nuestra capacidad de renovarnos
Me recomienda mi amigo Carlos Martins, considerado como uno de los mejores directores de hoteles de lujo del mundo y, en la actualidad, vicepresidente para la región mediterránea de los hoteles Sol de la cadena Meliá Hotels Internacional, que le echara una ojeada a un informe muy interesante llevado a cabo por el Centro Atlántico de Pensamientos Estratégicos sobre la competitividad turística de Canarias, escrito por el prestigioso consultor turístico Antonio Garzón Beckman; donde se pone de manifiesto cómo Turquía se ha convertido en muy poco tiempo en uno de los principales, si no el mayor, competidor turístico de España.
Y, aunque en un principio este temor recae directamente en los destinos del entorno mediterráneo, es tal su despunte y empuje que está absorbiendo otros flujos turísticos, como puedan ser los situados en el Atlántico, entre los que se encuentran Portugal y Canarias. Turquía, pues, se ha convertido en menos de una década en un gigante turístico que tiene previsto en poco menos de dos años incorporar a su planta alojativa más de 100.000 camas distribuidas en algo más de unos trescientos hoteles. Y, aunque en su inmensa mayoría es un turismo muy estacional y, mayoritariamente de sol y playa, sus nuevas construcciones hoteleras son inmensos y espectaculares resorts, con todas las comodidades y necesidades para el descanso y el ocio que busca y necesita el cliente más exigente.
Ya lo demostró recientemente en Berlín, en la (ITB) la gran feria internacional sobre turismo; donde ocupó el pabellón más grande de toda la feria, y donde demostró su poderío y sus fortalezas a través de 120 expositores. Allí, ya se pudo contactar que iban en serio. La calidad de su oferta alojativa es incuestionable y, en determinados segmentos, como el de las familias, se han convertido en muy poco tiempo en líderes a nivel mundial.
Y es que su competitividad y valía se puede resumir en varios principios: sus grandes hoteles son de construcción muy reciente y albergan incluso parques acuáticos y diversos servicios exclusivos, además de una extensa y variada red de restaurantes y centros de ocios, además de estar situados generalmente muy cerca de las playas; y su personal está altamente cualificado y formados, y su profesionalidad, dedicación y disposición son incuestionables.
Pero, a la vez, esta fortaleza tiene su lado oscuro, ya que entre sus debilidades se encuentran: su altísima dependencia de los turoperadores extranjeros que se encargan de cerca del 80 % del turismo que arriba en Turquía, cuando en nuestro país dicha cifra ronda el 30 %; la falta de unas adecuadas infraestructuras; la seguridad; el hecho de que muchos hoteles se conviertan en un “destino” en sí mismo, ya que apenas si el turista pisa la calle; y, cómo no, la estacionalidad, ya que la oferta turística se centra en unos pocos meses al año.
Lo que debemos aprender en Canarias, de este y de otros destinos que nos hacen directamente la competencia, es que no podemos ni debemos perder nuestra capacidad de renovarnos, de innovar, de mejorar nuestros establecimientos hoteleros y de seguir insistiendo en el incremento de la conectividad aérea, así como continuar aumentando la calidad de nuestros servicios y apostar por la formación profesional en el sector hotelero y de servicios. Lo contrario, sería perder el tiempo extasiados en la autocomplacencia.