Viviendo en San Borondón
Etiquetas y frases hechas
Pero no aclara a qué tipo de desarrollo se refiere, ni de qué datos socioeconómicos habla
EN la moderna puesta en escena de los mensajes políticos, pues de teatro va la cosa, sobre todo en «preardores» electorales, abunda y prevalece la parte fingida de las comparecencias públicas o dar un titular de prensa que sea llamativo sobre el contenido real ideológico y programático de lo que se dice. Muchos casos hay de políticos que han llegado a afirmar una cosa y la contraria, incompatibles entre sí, en una misma frase. Eso le habrían aconsejado sus gurús de cabecera y sus expertos en imagen, que era bueno para sus intereses sectarios.
Estas antítesis son posibles porque, en los tiempos que corren, predominan los sentimientos sobre las reflexiones. Los expertos en comunicación y en obtener resultados electorales como sea son muy conscientes de que lo importante no es lo que se dice, sino cómo se dice. No importa que el mensaje sea verdadero o falso, sino que sea atractivo para los indecisos, porque los fieles o los infieles tienen ya su voto decidido y poco cambio cabe esperar de ellos.
No hay político que no proclame con énfasis que su partido es demócrata, ¡faltaría menos a estas alturas!, pero con frecuencia se olvida de adjetivar este equívoco término. Democracias son la china, cubana, coreana del norte o venezolana, pero siempre que le pongan detrás el adjetivo de «populares», forma retórica de evitar mentar la palabra comunista, que es lo que en realidad son. Mire por dónde, democracia orgánica se llamaba también el régimen de Franco.
Un ejemplo de discurso, al menos por lo que se publicó, cargado de muchos lugares comunes, etiquetas hueras pero grandilocuentes y falta de concreción, fue el que la candidata socialista a la presidencia del Gobierno de Canarias, Patricia Hernández, desgranó en la sede del «Canarias7» hace unos días. Hay palabras o frases que tienen un significado distinto para cada oyente, por lo que se deberían acotar sus alcances y significados de forma más precisa que como, a mi entender, se hace en los mitines. Y los discursos políticos están llenos de ellos.
En Canarias es muy frecuente que todos hablen de «cambio de modelo», unos lo apostillan económico y otros productivo. Patricia Hernández afirma que se necesita un cambio urgente para salir de la crisis, aunque no dice si esta es económica, social, política o todas ellas juntas. Añade, como un mantra que repite y repite, que hay que salir de la crisis de una forma justa y que el desarrollo de las personas debe estar por encima de los datos socioeconómicos. Pero no aclara a qué tipo de desarrollo se refiere, ni de qué datos socioeconómicos habla. En ese tipo de discursos, esos son detalles menores que deja a la libre interpretación de los oyentes, para que cada persona crea haber oído decir lo que quería escuchar, cada uno interpretando esos eslóganes de forma distinta y muy posiblemente contradictoria. ¡Hay que conseguir el voto!
«El modelo que nos hizo crecer, ahora es débil y generador de desigualdades», dice para justificar el cambio hacia donde ella sabrá, es de suponer, dónde. Pero a continuación también añade, «hay que apoyarse en el turismo y en la construcción para poder seguir creciendo». Salvo que alguien opine lo contrario con cierto fundamento, parece algo evidente que el turismo nos sacó de la miseria, y que para poder alojar a los turistas, hubo un gran desarrollo del sector de la construcción. Ese es, pues, el modelo fundamental en Canarias, binomio turismo-construcción, que nos hizo crecer. Pero es el mismo modelo que tanto atacan, o atacaban, los políticos de izquierda y extrema izquierda, con acompañamiento singular de los ecologistas, en el que ahora predican que han de «apoyarse». Cuando llegue el momento de poner negro sobre blanco estas contradicciones, adjetivarán a esos dos sectores con otros dos mantras: «sostenible» y «ecológico». ¿No deberían explicarse algo más clarito?