babilonia en guagua

Pelete en la patria baifa

Pero no nos engañemos. Aquí cuando hablamos de frío hablamos del frío de verdad. Porque, entre otras cosas, el «frío canario» es diferente

gustavo reneses

En estos días plomizos de marzo, las hojas del calendario dicen que estamos ya en la primavera. Posiblemente solo lo sea en el centro comercial que usted ya ha imaginado sagazmente, porque aquí en las Canarias Occidentales y Orientales, la estación equinoccial brilla por su ausencia.

Por una vez la democracia plena ha llegado a nuestra tierra. Y no es por el desembarco de las nuevas marcas blancas que dan sensación de amplitud al abanico electoral. ¡Válganos Aristóteles! La cosa va por otro lado, el tema de conversación más manido desde la cola del pan hasta la cola del paro, pasando por los pasillos de las altas instancias baifas no es otro, sino el frío y sus variantes locales: pelete o viruje.

La gente que piensa sobre este tema y que, además, hace estadísticas con ello, nos chivaron hace unos días, que este invierno es el más frío de los últimos 16 años. Se estima que lo ha sido en una media 1,6 grados menos. ¡Vamos! peccata minuta para el mercurio de un termómetro, pero a nosotros eso no nos convence. De una manera o de otra, somos noveleros por naturaleza y del total de la aportación científica nos quedamos con el hecho más dramático: 16 años pasando frío.

Pero no nos engañemos. Aquí cuando hablamos de frío hablamos del frío de verdad. Porque, entre otras cosas, el “frío canario” es diferente. Aparte de ser un frío muy nuestro y con un marcado acervo tricontinental y ultraperiférico, se caracteriza por ser el más marcado del planeta.

Lo álgidos registros noruegos o las gélidas temperaturas experimentadas por el ser humano en la Tierra de la Reina Maud son minucias al lado de nuestro standard de 15 grados Celsius. Lo que para un inuit podría ser una soberana ola de calor para nosotros es lo más cercano a que el Sol se haya apagado. Y sabemos que nadie sobre la faz de la Tierra nos va a convencer de lo contrario.

Teóricos en la materia los podemos encontrar a patadas en nuestro ecosistema más cercano. Desde el cuñado que un día leyó sobre isobaras y sienta cátedra sobre el asunto, hasta el meteorólogo aficionado que en la guagua -y desde siete filas de asientos más atrás- diserta acerca de unos datos que descargó el solo desde el satélite Meteosat. Nadie se pone de acuerdo en las causas, desde el calentólogo que sigue jurando por las reliquias de Santa Bernardina que todo es producto del calentamiento global, hasta el esotérico que habla de la conspiración del clima vía chemtrail.

Al final, van a ser cosas de la edad. Así como las galletas Himalaya o Bandama de las meriendas de nuestra infancia sabían infinitamente mejor que el snack hipocalórico que nos tomamos en cualquier break, lo del frío va a ser lo mismo. Ya no corremos por las calles para entrar en calor, ni tenemos el sistema hormonal ardiendo. Y eso pasa factura. Mientras tanto, dejemos la Operación Bikini para el próximo quinquenio y disfrutemos de altas dosis de escaldón y puchero.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Pelete en la patria baifa

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