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Podemos, pero menos

Los topes electorales -6% autonómico y 30% insular- que marca el aún vigente sistema electoral canario, no les facilitarán el camino

arturo trujillo

Aún no se sabe bien cuál es el tirón electoral que Podemos tiene en Canarias. Si será capaz, o no, de conseguir alguna victoria electoral en algunos de nuestros ayuntamientos y cabildos.

De momento, lo único que sabemos del Podemos canario es que se han aprendido muy rápidamente el argumentario que les envían desde su central en Madrid. Y van por las islas repitiendo una especie de estribillo con el que anuncian el fin de lo que denominan “la casta”.

Una casta, por cierto, a la que critican sin reparos a pesar de que luego practican las mismas formas de actuación. Y les animan a utilizar esa especie de jaculatoria de que si llegan al poder, “terminaremos con el fraude fiscal”, cuando resulta que en sus filas se encuentra un tal Monedero, convertido en el mayor defraudador fiscal del reino.

Y es que han sido aleccionados para prometer lo imposible. Y si no, díganme ustedes cómo se puede prometer una jubilación a los 60 años y un subsidio de 650 euros a todo el mundo, sin excepción. Los que tenemos la suerte de no dejarnos embaucar por cantos de sirena y seguimos con los pies pegados al suelo y la cabeza alejada de cualquier bandada de pajaritos preñados, pues nos preguntamos ¿y eso cómo se paga?. Y es la respuesta a esta pregunta la que nos descubre su demagogia.

Y si es difícil que los acólitos del neocomunista Pablo Iglesias, -por cierto, hay quienes dicen que un Pablo Iglesias fundó el PSOE y que éste, el de “la coleta”, acabará con él-, lleguen a gobernar en algunas corporaciones locales e insulares, mucho peor lo tienen para alcanzar algún escaño en el Parlamento regional.

Los topes electorales -6% autonómico y 30% insular- que marca el aún vigente sistema electoral canario, no les facilitarán el camino. Por otra parte, las “perlas” que van dejando por nuestra geografía insular nos permiten, afortunadamente, descubrir sus quiméricas intenciones.

Por ejemplo, en su programa, importado desde Venezuela, se muestran contrarios a la propiedad privada y a la libertad de prensa, mientras que son favorables a la apertura de un proceso constituyente y a la convocatoria de un referéndum revocatorio.

Más claro, “blanco y en botella”. O sea, estamos ante una copia exacta del proceso que Hugo Chávez llevó a cabo en la república bolivariana. Y el que tenga dudas al respecto que pregunte a cualquiera de nuestros emigrantes en aquel país. Ellos, con total conocimiento y experiencia propia, pueden explicarles las consecuencias que produciría la aplicación en las islas de un programa que lleva la marca “chavista”.

Y hasta nos han dicho que quieren aumentar los impuestos a los ricos, a las sociedades, a los bancos y a las grandes empresas. Una medida demagógica e imposible de practicar. Sobre todo porque produciría una inmediata desinversión, con huida de empresas y capitales hacia el extranjero y una total desaparición de las pequeñas y medianas empresas, que son las que producen un mayor número de empleos y sostienen una parte importante de la economía insular.

En fin, que cada cual saque sus propias conclusiones y elija, por supuesto, a quien le venga en gana pero, por favor, antes de hacerlo, piénsenlo bien.

Podemos, pero menos

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