babilonia en guagua
Oscilaciones etéreas
En las calles de nuestras islas y alejados de los flashes de las cámaras y del prime time de turno, las cosas no parece que sean tan color de rosa
En estos días albicelestes muere febrero -el breve- y comienza un nuevo mes que pasará a la historia como el tercero de este año 2015. Con una perspectiva analítica similar, la clase política, ajena a la vida real, sigue debatiéndose en asuntos fundamentales para nuestra existencia en cualquiera de los hemiciclos que adornan nuestro territorio. Eso si, entre vida y vida del Candy Crush o del Apalabrados.
Aquí abajo, en las calles de nuestras islas y alejados de los flashes de las cámaras y del prime time de turno, las cosas no parece que sean tan color de rosa. Incluso a veces ni parecen tener color.
Recientemente se han publicado una serie de estadísticas, gráficos y mapas temáticos manufacturados por sesudos cálculos -tanto públicos como privados- que delatan que el empleo en las islas, en calidad y en cantidad: ni está ni se le espera. Aunque eso era de esperar.
Con unos índices de precariedad laboral dignos de regiones terceras, se le suma la ausencia de crédito para que los proyectos empresariales y familiares despeguen o políticas que faciliten la reactivación real de la economía. O sea que ni se come ni se deja comer. No pasa nada, alguien ya nos pasará otra vida del Candy. Lo malo es que no sabemos a que precio.
La ética y la política definen a la praxis humana. Lo que pasa que, a diferencia de la que Aristóleles definió, nosotros experimentamos un balanceo de optimista a realista según se aproxime la convocatoria electoral. Similar al balanceo que experimenta el hielo en el carajillo de turno.
El problema es la ausencia de solidaridad y el excedente de ego. En el debate sucede, que en más ocasiones de lo estrictamente necesario, se les escapa que abajo, la vida requiere de soluciones sociales urgentes que no pueden esperar al acomodo de las partes.
Que aquí abajo las fantasías animadas se valoran, pero llega el momento de ver hechos. Que muchos hombros no soportan más las bipolares oscilaciones entre el derroche público y la estrangulación de los bolsillos vía austeridad. Y que a mitad de camino, en el el término medio de ese maldito baile, tienen que coexistir la coherencia con la esperanza en el futuro. A ser posible próspero.
Pero tampoco se preocupen mucho por las previsiones estadísticas elaboradas, a saber con qué oscuras intenciones. Esta semana toca el derbi y la vida vuelve a tomar color. Da igual amarillo o blanquiazul, la cosa es que tenemos la dosis justa de ilusión para que el hielo vuelva a balancearse. ¡Goles para todos!
Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.