BOBERÍAS ECONÓMICAS

¡Ojalá fuera una privatización!

La empresa debería ser repartida entre los ciudadanos, que son los legítimos propietarios de la misma

Gonzalo Melián

El Gobierno ha dado luz verde a la capitalización de AENA con la venta del 49% de la empresa; el 28% será a través de una oferta pública de venta de acciones (OPV). La empresa seguirá siendo pública, pues el Estado conservará el 51% de la propiedad. Además, mantendrá en su plantilla a sus más de 7.300 trabajadores como empleados públicos.

Sin embargo, muchos han salido a la palestra para denunciar una privatización de la empresa. El presidente canario, Paulino Rivero, después de ver cómo se le ha acabado la murga del petróleo, ha sido uno de los primeros en recoger la bandera del no a la privatización de AENA al más puro estilo populista del que nos tiene acostumbrados. Hace unos días, en una entrevista en un diario digital local, declaró que «somos los canarios los que [...] afrontaremos los mayores perjuicios por la privatización de AENA».

La realidad es que la actual empresa seguirá siendo pública, por mucho que el señor Rivero diga lo contrario, y únicamente se capitalizará con capital privado para, según la ministra de Fomento, Ana Pastor, «fortalecer la gestión de la compañía y garantizar la sostenibilidad futura del sistema aeroportuario español en red».

Sin embargo, precisamente porque seguirá siendo pública y mantendrá una estructura y una plantilla estatal, se da la paradoja de que los canarios seguiremos sufriendo la nefasta gestión de la empresa con desorbitadas tasas aeroportuarias que elevan el precio de nuestros billetes.

La privatización de AENA es esencial, es decir, que el Estado deje de controlar la compañía y que esta pase a manos privadas y a empresarios que sí saben como gestionar empresas bajando precios y subiendo las calidades a la vez que creando riqueza.

No obstante, la empresa debería ser repartida entre los ciudadanos, que son los legítimos propietarios de la misma y, una vez en la bolsa, que estos decidieran libremente si vender sus acciones o comprar más. Aunque desgraciadamente esto no sucederá y serán los políticos los que sigan teniendo el control de nuestras empresas.

Sólo con una privatización real de la empresa se podrían lograr los objetivos de la ministra, de lo contrario nos seguirán esquilmando con tasas e impuestos como consecuencia de la ineficiencia de quienes seguirán controlando nuestras empresas: los políticos.

¡Ojalá fuera una privatización!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación