IMPERTINENCIAS LIBERALES

Usted primero, ministra

No lo hará, claro, pero distrae la atención sobre los operadores privados en un clásico que ya harta

Antonio Salazar

La función esencial de cualquier gobierno es señalar a sus ciudadanos a quién se debe odiar. Lo hemos visto en toda la acción de Rivero con las prospecciones petrolíferas de forma nítida, aunque está lejos de ser un caso excepcional. También lo intenta cuando aprovecha cualquier momento puntual del año en que los billetes de avión suben de precio, por más que, fiel a su espíritu intervencionista, lo que pretenda es que aprueben obligaciones de servicio público con las que fijar precios máximos y frecuencias. No es ya que ande poco familiarizado con criterios tales como la oferta y la demanda, es que tampoco sabe qué ocurre cada vez que se establecen precios: desabastecimiento y peores servicios.

No le ha ido a la zaga la ministra de Fomento, Ana Pastor. No se la ha ocurrido mejor cosa que convocar a una reunión a operadores aéreos y marítimos para que éstos reduzcan sus precios y que los usuarios se beneficien de la rebaja en los precios del petróleo. Todo un desatino en un mercado razonablemente liberalizado, donde las tarifas aéreas se mueven rápidamente de acuerdo a la demanda de los usuarios aunque sufra de ciertas interferencias, por ejemplo, con el descuento de residente que disfrutamos los canarios. Sin embargo, la petición ministerial tiene algunos problemas, además del de meterse en casa ajena. El primero, que muchas compañías tienen seguros para eventuales subidas como las que habíamos sufrido años atrás y que ahora impiden un rápido ajuste a la baja. Segundo, aunque nos den a diario el precio del barril, la repercusión no es inmediata porque se suelen establecer sobre medias mensuales, de tal suerte que en enero se paga sobre el cálculo de diciembre y en diciembre sobre el del mes de noviembre. Y tercero, y esto no puede no saberlo doña Ana, para las compañías que operan en España y pagan el insumo en dólares la depreciación del euro ha sido casi más importante que la rebaja del barril Brent. Así que si la ministra está muy interesada en rebajar los precios de los billetes, sí que tiene algo a su alcance que no requiere meter la mano en la cartera de los demás: rebajar las escandalosas tasas aeroportuarias (40 euros para un billete entre Canarias y Madrid) y hablar con su compañero Montoro para que reduzca la insoportable carga tributaria que existe sobre el combustible. No lo hará, claro, pero distrae la atención sobre los operadores privados en un clásico que ya harta.

Usted primero, ministra

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