ADREDE

Colisión Canaria

Si turbulenta fue la salida efectuada por el señor Ríos, no menos sísmico fue el movimiento defensivo jugado por los miembros de la coalición

CHEMA AYASO

En estos días hemos podido leer y escuchar en todos los medios de comunicación locales, bueno, en casi todos, que Fernando Ríos, comisionado para el Desarrollo del Autogobierno y las Reformas Institucionales del Gobierno de Canarias, a la par que una de las cabezas perforadoras del proyecto propagandista antiprospecciones de Paulino Rivero, abandona las filas de Coalición Canaria.

A modo de regalo de Reyes, el comisionado argumentó que su marcha se debe a la existencia de «insalvables discrepancias» en cuanto a la nueva línea ideológica del partido que todavía preside el autoproclamado. Debe de ser que las discrepancias insalvables en CC surgen de la noche a la mañana o, por el contrario, el señor Ríos no supo o no quiso verlas antes de aceptar su cargo en el Gobierno autonómico. En cualquier caso, y salvando esta nueva muestra de coherencia nacionalista, de lo que no cabe ninguna duda es de que este movimiento de ficha ha puesto en jaque al partido coalicionista justo antes de la partida de las próximas elecciones autonómicas y locales.

Continuando con el símil ajedrecístico, si turbulenta fue la salida efectuada por el señor Ríos, no menos sísmico fue el movimiento defensivo jugado por los miembros de la coalición. Varios peones nacionalistas se lanzaron al ataque como ellos suelen hacer las cosas, coordinados individualmente, es decir, cada cual consigo mismo, lo que dejó en el tablero de los medios de comunicación una colección de perlas que ya las pagaría a precio de oro la mismísima Cristina Fernández Kirchner para su colección de collares. Don Mario Cabrera, presidente del Cabildo de Fuerteventura, declaró que «esperaba que no hubiera muchas fugas» y avisaba que «hay muchos descontentos» en el seno de su partido. A su vez y en la misma línea, el secretario insular de CC para Gran Canaria, don Fernando Bañolas, lo reiteraba cuando dijo que «si no se está a gusto, lo mejor es irse». Mientras, la diputada nacional doña Ana Oramas y sus compañeros David Cabrera, Rosa Dávila o Pablo Rodríguez se esforzaban en dar una imagen de normalidad dentro del partido, afirmando respectivamente que esta espantada «no afecta en nada a la candidatura de Clavijo», «que unos abandonan el proyecto y otros se incorporan», «que los principios y la dirección siguen siendo los mismos» o que «no ha habido ningún cambio ideológico en la organización». En el otro extremo, la diputada regional doña María del Mar Julios se mostraba indignada mientras afirmaba que se había enterado de la noticia por Facebook y se mostró igualmente molesta porque el señor Ríos «no había tenido la valentía de avisar antes al partido».

Como ven, toda una peligrosa convergencia de opiniones tan dispares como contradictorias que dejan nuevamente en evidencia que este partido, más que hacia la coalición, si nada lo remedia, va abocado hacia una inevitable colisión.

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