viviendo en san borondón
Fumando espero la serie que no quiero
Habría que explicar con qué criterios y cautelas legales se compraron en diciembre de 2009 los derechos de emisión por la televisión pública
La cuestión de la utilidad o inutilidad de la RTV-C, esa que llaman «la nuestra» cuando quieren decir «la suya», ha aflorado de nuevo a las mentes de algunos sorprendidos lectores por una noticia relacionada con las peripecias de la obra audiovisual «El mundo de Alberto Vázquez-Figueroa» . Ni que decir habría que nada, ni es de suponer que nadie, se opone a que el mundialmente apreciado escritor tinerfeño, sea mejor conocido por los habitantes de nuestras Islas, dado que precisamente este autor ha logrado casi por unanimidad ser profeta en su tierra, mérito que pocos alcanzan tal vez por nuestro natural cainismo. Por eso parecía muy oportuno para esta televisión autonómica emitir y reemitir esta serie de diez capítulos, ya que según nos contaron este ente público fue creado y financiado para dar mayor difusión y conocimiento de las personas, cosas y de la cultura de Canarias que las televisiones y radios nacionales no siempre ofrecen.
Los derechos de emisión se consiguieron mediante un contrato de producción firmado en diciembre de 2009 entre la Televisión Canaria y la productora Amanecer Latino. Pero la realidad pura y dura es que esta serie no se ha emitido. Para conocer la razón de lo que, en principio, parece un derroche de dinero público, la diputada Águeda Montelongo ha hecho tres preguntas en el Parlamento regional, que por fin han sido tan tardíamente respondidas, aunque el estupor y la incredulidad aún reina entre los que se han interesado por esta cuestión y han oído las excusas.
La razón aducida en el oportuno informe jurídico presentado por la Consejería de Economía, no se aclara en la noticia si también pagado a juristas externalizados, para no haber emitido esta serie por la televisión canaria es que «el presentador aparece fumando». Parafraseando el celebérrimo cuplé de Sara Montiel, se podría decir que el presentador pensaba que «fumando espero al hombre a quien yo quiero (entrevistar), tras los cristales de alegres ventanales (de plasma o de tubo de rayos catódicos para los televisores vintage que aún quedan por ahí)».
Sería muy interesante, en mi opinión, de cara a la tan cacareada transparencia y publicidad que debe regir la actuación gubernamental y de sus organismos dependientes, aclarar varios aspectos económicos y jurídicos de este esperpéntico sainete en la televisión canaria, precisamente por ser pública. En primer lugar y como bien saben los contratantes de esta serie, la Ley 28/2005 hecha contra el tabaco y su publicidad, en su artículo 9.3 apartado a), prohíbe expresamente la emisión de programas o de imágenes en los que los presentadores, colaboradores o invitados aparezcan fumando.
Sin entrar a valorar el fondo de esta norma, que siempre me pareció un exceso de esa cruzada laica contra el tabaco pero no contra la recaudación para Hacienda que genera, la realidad es que está prohibido desde el 27 de diciembre de 2005, s.e.u.o., la fecha de publicación en el BOE.
En segundo lugar, habría que explicar con qué criterios y cautelas legales se compraron en diciembre de 2009 los derechos de emisión por una televisión pública que sabía, o debería saber, que no podría emitirla con la ley vigente. También sería oportuno dar a conocer el importe.
Por último, si lo expuesto antes es cierto, sería exigible saber si la RTV-C ha reclamado a quien corresponda los importes ya abonados, que quizás no tenga que ser la productora Amanecer Latino sino los responsables de las contrataciones en la televisión canaria. En estos asuntos, la capacidad de despejar balones fuera de la propia portería es legendaria y es objeto de envidia para la defensa de la UD Las Palmas, que ya está pensando en su oportuno fichaje para tales menesteres.
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