El «Rango» de las mujeres honra la memoria de Antonio Gades en el teatro Cuyás
El Ballet Antonio Gades tiene experiencia y tablas de sobra como compañía para enamorar con cada ‘palo’ y salir por la puerta grande
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Del lado de los hombres faltó ese porte que te roba el alma cuando se arranca el baile, pues el quebranto lo pusieron sólo ellas (amén de los músicos y cantaores), seduciendo con su movimiento lleno de emociones contrapuestas, lo mismo la rabia que el gozo, dejando hablar al cuerpo entero y dando la garra hasta en el zapateado. En cada quiebro y en cada braceo, la noche fue de ellas y de su raza, de su ‘rango’, en un particular homenaje a la tragedia de Lorca en ‘La casa de Bernarda Alba’, arrancando en las raíces más puras para mostrar toda la pasión flamenca que encerraba esta coreografía de Rafael Aguilar, y taconeando la vida y hasta el alma misma.
La austera pero pura y sobresaliente puesta en escena de ‘Rango’ nos adentra en esa trinidad de la fe, en ese triángulo de vida, amor y muerte que subyace en la obra lorquiana y está bien representado sobre el escenario con tres portones que faltan, silueteados tan sólo por los marcos que las guardan, a las puertas y a las hijas, y presidido por un gran crucifijo que, en vez de liberarlas, las oprime por la creencia mal entendida de una madre severa y dominada por su viudez, dispuesta a sacrificarlas como hiciera Medea en el mito griego si fuera necesario, que dicta las normas y para quien ya no hay más suelo que taconear.
Pero el alma no pertenece al cuerpo y baila todo lo que el corazón palpita. Mayte Chico, Ana del Rey (la hija que se rebela), María Nadal, Mª José López, Silvia Vidal y Esmeralda Manzanas bailan juntas el dolor, pero también la ira que rompe ese círculo de vida y muerte, esa furia desnuda que grita en sus movimientos como protesta de una existencia que se escurre entre los dedos. Y ahí el arte se muestra limpio, bendecido, perfecto en sus balanceos y redondo en sus giros, inunda el rostro y el gesto de todas, pellizca sus almas para darlo todo con pasión infinita. Es la magia del flamenco bien bailado y bien ‘sentío’, que corre por las venas como veneno en vez de sangre.
La segunda pieza fue una ‘Suite flamenca’ con coreografías del propio Gades, Cristina Hoyos, Stella Arauzo y ‘El Güito’, con lugar para la bulería, el martinete, los tientos, la soleá, el tanquillo, la seguiriya y hasta la rumba. Una segunda parte de la velada muy festiva y amena en la que el flamenco más popular conquistó al público por lo lucido de su baile en conjunto (en particular gustaron mucho los tientos de Stella y la seguiriya de Mayte Chico y Ángel Lara). El Ballet Antonio Gades tiene experiencia y tablas de sobra como compañía para enamorar con cada ‘palo’ y salir por la puerta grande con un fin de fiesta de verdadera juerga gitana, en la que un bis se convierte en un guiño lleno de gracia y salero.