viviendo en san borondón
Los eslóganes y la gota malaya
Los dirigentes en Canarias gustan fotografiarse en manifestaciones sosteniendo pancartas, pero no dicen que las renovables son más caras que las convencionales, y su adjudicación y explotación ha sido fuente de corrupción
Cada vez es más frecuente que los políticos hablen por eslóganes y menos con razonamientos, máxime cuando quieren actuar como la gota malaya, que a base de repetir y repetir un mantra, acabe siendo asimilado como verdad indiscutible sin análisis crítico por los que los escuchan, sean conmilitones o no. Y además han aprendido, casi todos, el lenguaje televisivo que los espectadores oyen mayormente en actitud pasiva. Así se lo ha explicado hasta Pablo Iglesias.
Mucho dinero pagan los partidos a sus asesores de imagen, que les dictan la vestimenta, peinados o tipo de gafas. Y a los llamados dircom, profesionales de la comunicación que les recomiendan qué términos han de usar o evitar, asuntos a tratar y a que platós hay que ir, todas cosas relacionadas con aspectos secundarios y más sobre la demagogia que con el ideario de los discursos. Algunos ejemplos, usar “interrupción del embarazo” y no “aborto”, “proceso de paz” por “negociación con ETA”, “derecho a decidir” por “referéndum separatista”, etc.
Canarias es terreno abonado para usar y abusar de manidos eslóganes, reiterándolos hasta la saciedad los que los propalan, ajenos al desaliento. Con el asunto del petróleo ahora y desde siempre con las energías renovables, los mantras equívocos, cuando no absolutamente falsos, han sido moneda de uso común.
Se intenta contraponer, como incompatibles, la generación convencional de energía frente a la eólica y fotovoltaica, cuando en realidad son compatibles y complementarias. Así es en el mundo entero e incluso en El Hierro.
Pero lo que no suelen explicar es que, además de ser las renovables más caras que las convencionales, su adjudicación y explotación ha sido fuente de corrupción a gran escala. En Canarias hay sobrados ejemplos. Uno es el caso “Palmera” en Santa Lucía de Tirajana, otro la llamada "trama eólica", asuntos que aún colean y colearán.
Los dirigentes que apoyan estas cuestiones gustan fotografiarse en manifestaciones sosteniendo pancartas, pero no dicen que la arbitrariedad en la concesión de subvenciones ha producido un sustancioso sobrecoste del kwh en los recibos de la luz que han de pagar los que les siguen coreando sus equívocos eslóganes.
Con respecto a las prospecciones, aquí se han batido todos los recores de uso torticero de consignas, repetidas en cualquier tiempo y lugar. Paulino Rivero, no ha dudado en culpar al Gobierno de España de los actos ilegales cometidos por Greenpeace, olvidando que su obligación primordial como presidente es garantizar que se cumpla la ley y se respeten los derechos de terceros, venga o no bien a sus intereses políticos de partido.
Intentar abordar un barco de forma ilegal es un acto de piratería, según el derecho internacional del mar. Se pongan como se pongan estos manifestantes -resulta difícil calificarlos de ecologistas-, sus provocaciones debieran ser condenadas sin paliativos por el presidente y no alentar este tipo de ataques, tratados de forma tan sectaria que, al parecer, hasta ya repugnan en su propio partido CC. Por cierto, López de Aguilar por el PSOE, se suma al carro de Paulino solicitando a la CE que investigue la actuación militar a favor de Repsol. Los pájaros contra las escopetas.
Rivero proclama que ha empezado "el asalto de una empresa privada al territorio canario" para "usurpar", con el apoyo del Gobierno de España, unos recursos que son del pueblo canario. Es decir, "su" problema es que la empresa ganadora del concurso sea Repsol, no que se pudiera extraer petroleo.
Y remata el presidente: "espero que esta cabezonería, que esta torpeza del Gobierno de España no nos lleve a generar situaciones de intranquilidad con nuestro vecino de Marruecos", no sea que los de Greenpeace se den cuenta de que hay otros haciendo prospecciones muy cerca y se les ocurra perturbarlos, pacíficamente, ¡claro está!