babilonia en guagua
Fútbol es fútbol
En nuestras calles el rumor no cesa. No en vano, no se trata de una operación bancaria cualquiera, es una ofensa capitalista al baluarte chicharrero
En estos días turbulentos de noviembre, no sólo el agua, sino también el viento e incluso la nieve están calando nuestra osamenta. Pero si hay algo que por encima de todo nos ha llegado hasta el tuétano, no es el pincho de Repsol en el lecho marino canario; ni otra imputación más en nuestra baifa geografía; ni siquiera la sentencia final del Mamotreto -otrora buque insignia de la época dorada del pelotazo- ni la indignación de la crónica rosa por el plátano extremeño más comido en Canarias (¿o era al revés?).
Si hay algo que ha sublevado a las fuerzas vivas de Tenerife ha sido el rumor de que un empresario madrileño pudiese comprar el CD Tenerife, santo y seña de lo nuestro en lo Universal.
El rumor en sí no es nuevo, hace unos meses un grupo de inversores germano-suizos con la intermediación del mítico central tinerfeñista César Gómez optaron a hablar de negocios con la actual Junta Directiva.
En nuestras calles el rumor no cesa. No en vano, no se trata de una operación bancaria cualquiera, es una ofensa capitalista al baluarte chicharrero. Es como intentar comprarnos un riñón o una córnea. Algo que nada más nombrarlo nuestra ética más tricolor cierra en banda cualquier posibilidad de acuerdo. Ni siquiera un win-win tradicional en el mundo de los negocios podría darse cuando usurpan el honor patrio.
El argumento más usado en las tertulias apuntaladas en torno a la afrenta y a un par de garimbas, es el tradicional: “El club es mío y antes de verlo con otro (de fuera) prefiero verlo muerto”. Ante ese sólido argumento, cualquier otra derivada sobre el origen geográfico de la publicidad en los tiempos dorados de la UEFA o del pasaporte de los que han formado parte del plantel chicharrero queda en el limbo.
Siempre es más fácil quedarse en el costumbrismo folklórico del corazón que apelar a la razón que desmadeja el hilo y desmonta la falacia de la economía autárquica que mantiene al Tete con un RH puro. Oiga y que tampoco está la presente columna para eso, faltaría más. Con los doctores que tiene la parroquia blanquiazul, uno se quedaría pronto sin argumentos de peso emocional. Además el corazón está para eso, para dejárselo animando al equipo.
Para animar la economía ya están otros aspectos que no nos importa que sean de fuera. En ese sentido, el pedigrí puede expandirse y colocarse al mejor postor. Como por ejemplo la deuda que en siete minutos colocó el Gobierno de Canarias, y que seguramente no devolveremos en siete minutos. Este podría ser un elemento de reflexión complementario alrededor de las mencionadas cervezas -o ya puesto rones- acerca de la globalidad de la economía y su impronta en nuestra vida diaria. Eso y la viabilidad de la realización de un análisis genético para demostrar canariedad hasta la quinta generación si hiciera falta.
Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.