IMPERTINENCIAS LIBERALES
La osadía de Rivero
Si las empresas turísticas o similares que operan aquí tuviesen opciones para la compra de Aena, serían las más interesadas en su eficaz gestión, mejorando el servicio y abaratando el precio
La mal llamada privatización de Aena ha quedado en suspenso hasta el próximo año. Una operación que han intentado dos gobiernos sin éxito. El ejecutivo anterior llevó su deuda hasta los 15 mil millones de euros pese a lo cual muchos defienden que no se privatice por sus ¡¡¡beneficios!!! El actual presenta serias discrepancias entre sus miembros. Lo cierto es que no hay nada parecido a una privatización. Se pretende poner a la venta el 49% con una paquete para empresarios cogidos al lazo y el resto en una Oferta Pública de Venta. Curiosa privatización.
Lo que no tiene un pase es oponerse al proceso en los términos en que lo hace el presidente Paulino Rivero. Primero porque considera que una empresa estratégica no puede estar en manos privadas cuando la experiencia lo que nos dice es justo lo contrario: no puede estar en manos públicas. Pero esto sería disculpable en alguien como Rivero, si no insistiera en mostrar su osadía, como cuando subraya que «el único camino que tienen los empresarios para conseguir más beneficios es hacer los aeropuertos más caros». Se ahorraría Rivero ciertos ridículos si repasase nuestra historia reciente; cada vez que se privatizó un monopolio y se liberalizó el sector (ojo, no es esto lo que quiere hacer el Gobierno de Rajoy) lo que ocurrió es que tuvimos más cantidad del bien y a menor precio, que es a lo que procura el mercado cuando se le deja actuar.
No es cierto que la única forma de conseguir beneficios sea aumentando los precios pues de ser así no habría empresa en el mundo que fracasase, solo tendría que subirlos para evitar la ruina, lo que todos sabemos que no ocurre. Excepto Rivero.
Acertaría si plantease una alternativa distinta, exigiendo que los aeropuertos se privatizasen al 100% y que dejaran de formar parte de la red de Aena, pudiendo venderse por separado en unidades o en grupo (por ejemplo, los de las dos provincias canarias). Con esto se conseguiría que las empresas turísticas o similares que operan aquí tuviesen opciones para su compra —algo fuera de su alcance con la actual propuesta— siendo ellas las más interesadas en su eficaz gestión, pudiendo competir entre sí, mejorando el servicio y abaratando el precio para sorpresa de Rivero.
Lamentablemente, dejaremos pasar otra gran oportunidad por la ceguera y el empecinamiento de nuestros dirigentes empresariales y políticos en modelos ya fracasados.