desde mi escaño

El pajarraco de Sinpromi

Todavía este canchanchán de tercera división tuvo la santa caradura de decir que esto lo había hecho para ayudar a las personas. ¿A quién? ¿A los del equipo de fútbol sala o a ti mismo?

juan velarde

Dicen que quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón y, añado yo, quien mangonea a los más desfavorecidos, merecería una condena a perpetuidad. En este último aserto es donde encaja a la perfección el golfo que hasta hace unas semanas llevaba la gestión de la administración de Sinpromi, un tal Andrés Hernández Pereira, a la sazón también presidente del Uruguay Tenerife de fútbol sala y que, haciendo honor a ese cargo, quiso meterle un gol por toda la escuadra al Cabildo (y en parte lo consiguió, aunque ahora esa jugarreta le va a salir cara).

Este personaje de tres al cuarto contó con la confianza casi ciega de la consejera de Asuntos Sociales del Cabildo tinerfeño, Cristina Valido, y de la delegada de Sinpromi (Sociedad Insular para la Promoción de Personas con Discapacidad), Carmen Rosa García, para manejarse a sus anchas en la gestión económica de la empresa. El acceso que tenía a las cuentas era directo y poco a poco fue haciendo de su parcela una especie de coto opaco donde cambiaba los procedimientos a capricho, como la recaudación de dos aparcamientos públicos, uno en Santa Cruz y otro en La Laguna, para conseguir lo que poco a poco iba a ser el gran golpe, 600.000 euros que volaron y que pudieron haber sido más de no haberse detectado a tiempo las añagazas de este vivales.

Todavía este canchanchán de tercera división tuvo la santa caradura de decir que esto lo había hecho para ayudar a las personas. ¿A quién? ¿A los del equipo de fútbol sala o a ti mismo? Manda narices meter mano en cualquier caja, pero máxime aún cuando se trata del dinero que va destinado a unas personas que tienen serios problemas de inserción laboral y que cuentan con el apoyo de Sinpromi para que su vida sea mucho más llevadera.

Evidentemente, a este impresentable, que de momento está en libertad provisional a la espera de juicio, se le han quitado todas las atribuciones en la empresa, pero falta lo esencial, que suele ser el denominador común en todos estos casos de ladrones de guante blanco. Y es que cogido el pajarraco en cuestión, falta por saber dónde está el dinero, qué ha hecho con él y cómo va a devolverlo. Lo último parece que nos vamos a quedar con las ganas, porque el individuo en cuestión no está por la labor de reintegrar el pastizal. Alega que él no tiene esas cantidades y al final tendrá que ser con el dinero de todos ustedes los que paguen la golfada del sinvergüenza éste para que después de unos años el tipo viva como un sultán con el dinero pispado a la administración. Esto es la historia de siempre y el cuento de nunca acabar.

El pajarraco de Sinpromi

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación