boberias economicas
La intervención pública genera corrupción
Hoy hasta para poder talar un árbol en nuestra casa tenemos que solicitar autorización. Con semejante panorama, son pocos los casos de corrupción que nos encontramos
José Miguel Peréz (PSOE) ha declarado que hay que “procurar que las normas de transparencia y de control sean rotundas en este país” para luchar contra la corrupción. Antonio Alarcó (PP) escribió también sus propuestas contra este mal: “una ley de transparencia, una ley de financiación de partidos y un gran pacto contra la corrupción”. Paulino Rivero (CC), por su parte, cree que la solución pasa por una justicia más “ágil, rápida y que actúe con contundencia”.
El número de casos de corrupción que se están destapando en nuestro país es escandaloso. Sin embargo, lo más desesperanzador es ver cuáles son las soluciones que proponen los políticos —en este caso, los canarios— para acabar con esta lacra, pues demuestran que no tienen idea de cuál es la causa de la misma.
Muchos piensan que la corrupción depende de las personas que ocupan los cargos públicos o de dónde están las competencias. Sin embargo, eso no es así, se produce, principalmente, por los incentivos que tengan las personas para corromperse.
La intervención pública que elimina la libertad de los distintos individuos de nuestra sociedad para decidir qué hacer con su casa, su tierra o su dinero entre otras muchas cosas es la que fomenta la corrupción, pues otorga los estímulos necesarios para corromper a políticos, funcionarios y administrados. La mayoría de nuestras decisiones privadas están intervenidas con un sinfín de regulaciones creadas por políticos y funcionarios y son ellos los que deciden en última instancia si podemos o no hacer algo obligándonos a pedirles permiso. Hoy hasta para poder talar un árbol en nuestra casa tenemos que solicitar autorización. Con semejante panorama, son pocos los casos de corrupción que nos encontramos.
No se puede acabar con la corrupción con más intervención pública, es más, allí donde ésta es mayor, campa a sus anchas. Un claro ejemplo es la descomunal intervención sobre el suelo que ha hecho que en nuestro país existan multitud de escándalos urbanísticos. La única vía para reducir al mínimo las posibilidades de corrupción es la reducción de la intervención en nuestras decisiones. La corrupción no va a desaparecer de otra forma, y si llegan partidos como Podemos o IU al poder, que proponen aún más intervención que los intervencionistas de PP, CC y PSOE, la corrupción aumentará, como sucede en países como Cuba y Venezuela.
En una sociedad libre, donde la intervención pública fuera mínima, sería muy difícil que existiera corrupción, pues no habría incentivos para corromperse y forrarse a costa de los demás. Por esta razón, o dejamos de contar milongas como las de Pérez, Alarcó y Rivero y reducimos la intervención pública, o seguiremos conviviendo con la corrupción.