MOTU PROPRIO

Las «black» canarias

Dudo que encuentre eco la petición de UpyD de conocer cuánto dinero del contribuyente costeó la buena vida de los directivos de las cajas isleñas. En esa fiesta bailaron muchos

bernardo sagastume

Ha puesto el dedo en la llaga Javier Sánchez-Simón, ahora militante de UPyD, al decir lo que todos saben, pero a la vez callan: que el escándalo de las tarjetas "black" de Caja Madrid se reproducía, con bastante fidelidad, en las extintas cajas de ahorro de las Islas .

Que este escándalo mayúsculo que tiene azorado al país entero, lleno de detalles escabrosos, inmorales y difíciles de digerir por un estómago sano, también tenía su versión canaria, en una escala acorde con la diferencia de tamaño entre unas y otras entidades, pero similar en fondo y forma.

Pide Sánchez-Simón que se investigue, desde la Consejería de Hacienda, por el hecho de haber tenido la tutela de estas entidades, cuánto dinero del contribuyente se ha destinado a costear la buena vida de los directivos de las cajas de ahorro isleñas.

Me permito dudar de que su petición encuentre algún eco. Primero, porque su formación política es extraparlamentaria y, en consecuencia, de escasa influencia. Y, segundo, porque nadie está por la labor de descubrir sus propias vergüenzas, ni este gobierno ni los anteriores, ya que a todos ensuciaría la mancha de aceite.

Como se sabe, las cajas eran el juguete predilecto de los políticos, empresarios y sindicalistas, que podían aprovechar para sí mismos y su círculo de influencia unas operaciones del todo ruinosas que jamás tendrían lugar en una entidad privada, sujetas como están a criterios de rentabilidad determinados por el lucro.

Pero allí, en esas cajas que se parecían tanto a la banca pública —lo eran al socializar las pérdidas—, se otorgaron préstamos muy voluminosos que jamás se recuperaron, se financiaron promociones inmobiliarias en las que nunca se llegó a ver un solo ladrillo y pocos de esos consejeros colocados allí no por sus conocimientos financieros se privaron de influir para que el crédito fluyera hacia sus afines.

Pero no creo que quepa ahora, aun en el caso de que se descubriesen —lo dudo— las vergüenzas de esas tarjetas "black" canarias, rasgarse las vestiduras y señalar a un puñado de detestados hombres públicos por lo que hayan hecho mientras duró la fiesta. Porque en esa fiesta bailaron muchos otros, desde el club de fútbol que financiaba fichajes estelares hasta los aficionados a expresiones artísticas minoritarias que encontraban allí un espacio cultural acogedor y carísimo en el fondo. Todo era "obra social", al fin y al cabo.

Muchos lamentan la pérdida de las cajas de ahorro e incluso señalan con nostalgia que fueron las que inventaron los microcréditos mucho antes de que Yunus los volviera mundialmente famosos. Pero no creo que deba el recuerdo mejorar lo que de verdad fueron y nublar el razonamiento. Un buen antídoto contra ello sería conocer los usos y titulares de las tarjetas "black" de las cajas de ahorro canarias, no perdamos la esperanza.

Las «black» canarias

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