En estos días azules de octubre, nada impide que el tiempo no meteorológico se lleve inexorablemente los años, el pelo e incluso la cordura. Y es así, ley de vida, conforme los años pasan por un extraño comportamiento humano, vamos transformando nuestras posturas más racionales hacia latitudes y ademanes exóticos. Es por ello, que no es de extrañar el típico “enton” -para no entrar en pudorosos guarismos- con una motocicleta de última generación o con un deportivo descapotable visitando las discotecas. Obviamente nada que ver con los guateques a los que acostumbraba a ir. Perder responsabilidades también aligera la retórica y lo que antes podría ser un problema de Estado ahora se transforma en una curiosa anécdota entre titulares de ébola y tarjetas opacas.
Precisamente, por ese mismo motivo, pocos han sido los que han reparado en la afirmación de difícil explicación del todavía presidente de nuestras tierras baifas acerca del futuro marco político que debe marcar la agenda de Canarias.
La propuesta en cuestión es la habitual en estos casos, una melé henchida de elementos retóricos que dicen sin decir y dejando a la libre interpretación del oyente la propuesta de soberanía compartida y el ejercito a tiempo parcial.
Lo del ejército sin duda tiene su punto cómico. La tradicional definición de las Fuerzas Armadas sobre la garantía de la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y ordenamiento constitucional; tiene dudoso encaje en un marco hecho a medida de un nuevo orden territorial que quiere las ventajas de una decisión sin los inconvenientes de la misma.
Producto de la improvisación, del vigor propio del ocaso o del más que razonable temor al integrismo islámico de ISIS o asimilados, se pueden proponer dos cosas antagónicas sin sonrojarse. Eso sin contar con el valor añadido que supone la propuesta que rebaja la categoría del Archipiélago Canario, de Comunidad Autónoma a simple protectorado.
Al final, tanto en tierras de ultramar como en las cercanas nadie escatima argumentos acerca de la soberanía, que si debe ser nuestra, de aquellos o del Frente Malabar. Aunque sin embargo en más ocasiones de lo estrictamente necesario parece se olvida que la soberanía reside en el pueblo. Destinando este último a los asuntos recaudatorios que competan con tal de mantener un status quo óptimo para una selecta minoría; y de paso, a validar con su voto la perpetuación de un sistema que es a democracia representativa lo que tiene de coherente.
Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
