sociedad
El reloj solar que tardó dos años en dar la hora
Ahora, el Ayuntamiento de Zaragoza se gasta 28.000 euros en adornarlo con una «esfera interpretativa»
Zaragoza, desde el verano de 2009, tiene un reloj de sol en el libro Guinness de los récords, por grande. Podía haber entrado en el mismo libro por haber batido otra marca: por tardío. No es que dé mal la hora, es que tardó dos años en que pudiera verse, los dos que se tardó en colocar el pavimento de hormigón con las marcas horarias. Durante ese par de años, quienes pasaban junto a él no veían más que un solar con un gran mástil inclinado fabricado en acero.
El gigantesco mástil –46 metros de largo, que al estar inclinado alcanza una altura algo menor, de 31 metros– fue colocado en 2009. Pero las imprescindibles marcas horarias para que el «minutero» de acero sirviera realmente para medir el tiempo con la luz del sol no llegó hasta el verano de 2011.
También es más que probable que pueda optar a algún otro récord internacional, por lo que ha costado. Su precio: 700.000 euros, de los que algo más de 400.000 fue lo que costó el mástil, dinero que aportó como donación la entidad financiera aragonesa Bantierra, fruto de un convenio firmado en su día con el Ayuntamiento; los otros casi 300.000 euros los puso el Consistorio dirigido por el socialista Juan Alberto Belloch, haciendo uso para ello de parte de lo que recaló en la capital aragonesa procedente del «Plan E» de Zapatero en 2009.
El precio, eso sí, sigue aumentando. Ahora el Ayuntamiento se embarca en otros 28.000 euros de gasto para «completar» la peculiar obra urbano-artístico-cultural-relojera. Ahora se va a comprar la «esfera interpretativa» que diseñó José Antonio Ros, el ingeniero y artista que concibió este gran reloj solar y cuyo proyecto asumió el Ayuntamiento de Belloch.
La «esfera interpretativa» no es necesaria para el funcionamiento natural del reloj solar, al que –como todo reloj de sol– le basta con su mástil y las marcas horarias señaladas en el suelo. Para lo que servirán estos otros 28.000 euros de gasto público es para adornar el equipo y concienciación medioambiental. Se trata de un montaje que simboliza un asteroide con cinco cráteres de varios tamaños, en una de las cuales aparecerá el escudo de Zaragoza y en otra un sol humano con cara compungida, con la que el autor pretende proyectar la tristeza por el deterioro ecológico de la Tierra.
«Se trata de una esfera interpretativa con valor propio como pieza única y un significado muy elaborado», explicaba hace varios años el artista Juan Antonio Ros para referirse a esta «esfera interpretativa» en la que el Ayuntamiento de Zaragoza se va a gastar 28.000 euros.
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