SOCIEDAD
Perros, los nuevos terapeutas de las cárceles españolas
El centro penitenciario de Zuera (Zaragoza) inicia un programa de terapia canina para mejorar las habilidades sociales y la empatía de reclusos con discapacidad intelectual
Los perros se van abriendo camino como terapeutas de apoyo en las cárceles españolas. No son muchas las experiencias hasta el momento, pero las puestas en práctica han demostrado que el resultado que se obtiene «es muy bueno».
Así lo explica Esperanza Marín, de la Asociación Aragonesa de Entidades para Personas con Discapacidad Intelectual (Feaps-Aragón). Ella es terapeuta y, junto a otros voluntarios de esta entidad, presta sus servicios semanalmente en el centro penitenciario de Zuera. Allí trabajan con 14 reclusos que padecen discapacidad intelectual. En toda España se calcula que el 4% de la población reclusa son discapacitados intelectuales. Feaps trabaja actualmente con 1.347 en todo el país.
Ahora van a dar un paso más en sus programas terapéuticos en la cárcel de Zuera. Lo harán junto a «Nora», una perrita de la Asceal, una asociación de Huesca especializada en seleccionar y adiestrar animales para desplegar con ellos programas de terapia psicológica.
Este viernes se pone en marcha este programa en la prisión de Zuera. En una primera fase se prolongará hasta septiembre y participarán cinco reclusos con discapacidades intelectuales.
Esperanza Marín explica que un perfil muy común entre los presos que son discapacitados intelectuales es el de reclusos que están cumpliendo condenas por delitos de robo y por comportamientos agresivos, en muchos casos derivado de una dificultad de empatía y de establecer relaciones interpersonales en positivo.
De ahí que el programa de terapia con «Nora» prestará mucha atención a trabajar esas carencias. «El simple hecho de la relación de confianza que se establece con el animal es un trampolín para conseguir que se mejoren las relaciones personales y la empatía de ese individuo», indica Marín.
Con apoyo de esta perrita se trabajará en habilidades como, por ejemplo, la memoria, la atención o el razonamiento. «Se trata de desarrollar las habilidades sociales, el cómo relacionarse de manera más sana con los demás, la empatía». Pero también de ayudarles a que «identifiquen sus sentimientos, sus emociones, porque así pueden comprender mejor las de los demás y hacer frente a las dificultades que suelen tener para controlar la conducta».
Esta terapeuta de Feaps-Aragón explica que el trabajo con el apoyo de perros adiestrados se ha ido poniendo en práctica en algunas comunidades autónomas «y el resultado que se ha obtenido es muy bueno, los beneficios son notorios».
En Zuera, las sesiones con «Nora» se realizarán una vez cada quince días, de forma ininterrumpida hasta septiembre y, de antemano, se plantean extender la experiencia en el futuro si los resultados, como se espera, son positivos. Los perros utilizados para estas terapias carcelarias son animales seleccionados y adiestrados, preparados para servir de apoyo psicológico en el trabajo que desarrollan los especialistas.
En Zuera, en cada sesión, «Nora» y los reclusos estarán acompañados por la terapeuta de Feaps-Aragón, por un especialista de Asceal, un educador social y un funcionario de seguridad.
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