inundaciones
Cataluña saca partido a la riada del Ebro tras su devastador paso por Aragón, Navarra y La Rioja
Los embalses que regulan el tramo final del Ebro se cargan al máximo y garantizan reservas para varios años
De todos los territorios de la extensa cuenca del Ebro –84.230 kilómetros cuadrados–, la gran crecida que se ha vivido en los últimos seis días solo la aprovechará en positivo Cataluña, tras haber dejado un panorama desolador en los municipios ribereños de Aragón, Navarra y La Rioja. Estos han sufrido la riada más devastadora desde hace más de 60 años, pero en Cataluña, gracias a los embalses que allí sí blindan la regulación del tramo final del Ebro, se le podrá sacar provecho al haberse podido guardar agua suficiente para garantizar caudales suficientes en esa porción del cauce para varios años.
Aragón ha sido el territorio más extensamente castigado, una vez más, por la riada del Ebro. Y, curiosamente, el mayor embalse de toda la cuenca se encuentra en suelo aragonés, pero no sirve para regular el tramo maño del Ebro porque está justo en el límite con Cataluña.
Esta presa, la de Mequinenza, se encuentra a rebosar. Lleva días regulando la gran riada, amortiguándola para que no extendiera sus daños en Cataluña. La eficacia al respecto, una vez más, ha quedado probada.
Este embalse se encontraba a primera hora de la mañana de este miércoles a rebosar, al 99% de su capacidad máxima, con más de 1.500 hectómetros cúbicos de agua embalsada, que además permitirán aprovecharse al máximo para la producción de energía eléctrica.
Para complementar la capacidad reguladora de esta gran presa, el tramo catalán del Ebro cuenta además con otros dos embalses: el de Ribarroja y el de Flix. El primero de ellos se encuentra al 98,8%, mientras que el de Flix aún puede seguir recogiendo agua y roza el 94%.
Entre los tres, el Delta y las tierras catalanas del Ebro previas a la desembocadura ya tienen garantizadas en este momento unas reservas hídricas de 1.900 hectómetros cúbicos de agua. Y eso que aún no ha llegado el deshielo de la abundante nieve que acumulan las cumbres del Pirineo que vierten al Ebro. Todo apunta a que las reservas acumuladas esta campaña van a garantizar recursos hídricos suficientes para varios años en el tramo catalán del Ebro.
Déficit regulador
La falta de unas piezas de regulación suficientes en las regiones de esta cuenca situadas aguas arriba de Cataluña ha impedido retener la tromba, guardar caudales y amortiguar las devastadoras inundaciones que, solo en la agricultura y la ganadería, han dejado pérdidas de 50 millones de euros.
La propia ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ha reconocido que si hubieran estado construidos los embalses recogidos en el histórico Pacto del Agua de Aragón de 1992, hubieran sido considerablemente menores los efectos de esta última crecida –como los de otras que, con más o menos severidad, sistemáticamente azotan al tramo medio del Ebro–.
El problema es que, más de 30 años después de que se pactara ese listado de embalses, en su mayor parte siguen sin estar operativos, algunos ni siquiera están en construcción, otros tienen años por delante de obras o de trámites administrativos y el principal de todos esos proyectos, el recrecimiento de Yesa, ni siquiera se hará realidad tal y como se pactó en 1992, porque el Gobierno de Zapatero decidió rebajar considerablemente ese recrecimiento y ampliar dicha presa muy por debajo de lo que se había previsto en un principio.
Guerras entre partidos
Esto último ocurrió a la par que, en aquellos años, quedaban frenados los proyectos de construcción de embalses. Y todo eso, a su vez, después de que el PSOE hubiera liderado una alianza contra el PP junto al PAR, CHA e IU en Aragón en los años álgidos de la «guerra del agua». PSOE, PAR, CHA e IU tenían como denominador común de esa alianza trabada a principios de la pasada década el rechazo al trasvase del Ebro proyectado por el Gobierno de Aznar en un Plan Hidrológico Nacional (PHN) que, a su vez, asumía íntegramente las obras del Pacto del Agua de 1992.
El problema fue que, para mantener unido ese frente político contra el PP a vueltas del trasvase, resutaron también damnificadas las obras del Pacto del Agua. El PSOE y el PAR gobernaron en coalición en Aragón durante 12 años, hasta julio de 2011, una etapa en la que la construcción de embalses quedó aparcada durante los años en los que Zapatero estuvo instalado en La Moncloa. El «guiso» lo completó después la crisis económica que adelgazó las inversiones públicas y, antes, la «Nueva cultura del agua» a la que se abrazó el PSOE –que en los años de Felipe González había defendido insistentemente un gran trasvase del Ebro a Levante y Murcia sin existir el compromiso de embalses del Pacto del AGua de Aragón–.
Pueblos esperando desde hace un siglo
Algunos de esos embalses pendientes en Aragón se llevan reclamando desde hace un siglo. Mientras tanto, en esta región las devastadoras riadas se siguen intercalando periódicamente con años de severas sequías.
La división de las posiciones partidistas en Aragón en torno a las obras de regulación hidráulica, divisiones que se arrastran desde hace 40 años, ha ido acompañada a nivel nacional de las disputas territoriales en materia de política del agua. El resultado han sido, en el caso de la cuenca del Ebro, cuarenta años de mínimos avances para ampliar la regulación de la gran cuenca hidrológica de España.
Noticias relacionadas