SOCIEDAD

El Ebro amenaza a pueblos ribereños con la mayor riada de los últimos ocho años

En Castejón (Navarra) supera ya los 7,5 metros de altura y se temen decenas de millones de euros de pérdidas

El Ebro amenaza a pueblos ribereños con la mayor riada de los últimos ocho años f. simón

ROBERTO PÉREZ

Las intensas nevadas, y las lluvias que aceleran el deshielo, han disparado la alerta por cuarta vez en un mes en los municipios ribereños del Ebro, en su tramo navarro, riojano y aragonés. Las tres riadas previas –la primera en los primeros días de febrero– han anegado más de 10.000 hectáreas de campos, dejando pérdidas multimillonarias. Pero lo peor está aún por llegar, según las predicciones de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Se teme que la riada que ya ha comenzado a manifestarse en el tramo navarro del Ebro y que empieza a sentirse en Aragón acabe siendo la mayor desde hace ocho años, similar a la que tuvo lugar en 2007, que dejó daños valorados en unos 80 millones de euros. En aquella ocasión, los sindicatos agrarios cifraron en 40 millones de euros las pérdidas ocasionadas en las explotaciones agrícolas de los municipios ribereños aragoneses, y otros 20 millones en infraestructuras; en Navarra los daños en infraestructuras y cultivos superaron los 15 millones de euros; y en el tramo riojano las pérdidas también fueron millonarias.

A las 18:00 horas de este jueves, el Ebro ya superaba los 7,5 metros de altura a su paso por la localidad navarra de Castejón, con un caudal de casi 2.300 metros cúbicos por segundo. El caudal seguirá creciendo, según las previsiones de la Confederación Hidrográfica (CHE), que apuntan a que el Ebro puede llegar a entrar en Aragón con más de 2.400 metros cúbicos por segundo.

En Zaragoza capital hay zonas residenciales próximas al río Ebro con edificios de viviendas que llevan días afectados por las continuas crecidas. El nivel freático se ha elevado y se producen filtraciones que están afectando a aparcamientos y sótanos.

Pero la peor parte volverán a llevársela los pequeños municipios aragoneses ribereños del Ebro, especialmente en su tramo comprendido entre el límite con Navarra y Zaragoza capital.

En Novillas se ha estado trabajando aceleradamente en las últimas horas instalando barreras de contención para evitar que las aguas lleguen al casco urbano.

Pradilla es otra de las localidades que mira con temor la crecida del Ebro. En el año 2003 tuvo que evacuarse el municipio ante otra riada de extraordinarias dimensiones.

Respecto a las explotaciones agrícolas, sustento fundamental de las economías familiares en los municipios aragoneses ribereños del Ebro, los daños se incrementarán con seguridad en esta ocasión, porque el caudal desbocado será considerablemente mayor al de las tres riadas previas que han tenido lugar desde los primeros días de febrero. Así que se da por seguro que se inundarán miles de hectáreas más de las que ya se han ahogado bajo las aguas –muchas de ellas llevan un mes empantanadas, impracticables y perdidas por completo para los cultivos–.

Mientras tanto, la indignación se dispara entre los habitantes de estos municipios, que llevan más de diez años reclamando una limpieza del Ebro que no ha pasado de la fase de estudios técnicos y que, a estas alturas, solo tiene un anteproyecto y ni siquiera terminado –la CHE argumenta que sigue trabajando en él, para ajustarlo a las limitaciones que impone la normativa medioambiental–.

En Aragón ha surgido una plataforma de afectados por las inundaciones del Ebro, promovida en los municipios ribereños, en la que estos han hecho frente común y anuncian reclamaciones judiciales contra la Administración del Estado –de la que es parte la CHE– por las multimillonarias y reiteradas pérdidas que soportan desde hace años. Consideran al Estado responsable de la situación, porque al no limpiarse los sedimentos y materiales de arrastre que se acumulan en el cauce, éste tiene cada vez menos capacidad y se desborda cada vez con más facilidad.

En los diez últimos años se calcula que los desbordamientos del Ebro en su tramo aragonés han dejado más de 150 millones de euros de pérdidas.

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