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Los damnificados por la riada del Ebro verán recortadas sus indemnizaciones

La CHE califica la crecida como «ordinaria» pese a sus devastadores efectos en miles de hectáreas de cultivo e incluso en viviendas

Los damnificados por la riada del Ebro verán recortadas sus indemnizaciones fabián simón

R. PÉREZ

Los damnificados por las inundaciones que se están produciendo en los municipios ribereños del Ebro –las mayores extensiones afectadas están en su tramo aragonés– verán recortadas sus indemnizaciones una vez más, porque técnicamente la riada ha sido calificada por la Confederación Hidrográfica (CHE) como «ordinaria», no como «extraordinaria».

No es nuevo. En los últimos años han sido varios los episodios similares. Y es uno de los motivos de amarga queja desde los ayuntamientos de la zona, portavoces de un malestar creciente de sus vecinos que ven cómo el agua se come parte de su esencial renta agraria por culpa de unas crecidas «ordinarias» que, sin embargo, dejan daños extraordinarios.

La paradoja ha sido reconocida incluso por el Gobierno aragonés. Su consejero de Agricultura y Medio Ambiente, Modesto Lobón, ha incidido en este aspecto y ha subrayado que hay que habilitar mecanismos para que los damnificados se vean resarcidos convenientemente, en vez de ver limitadas sus indemnizaciones por unas riadas «ordinarias» que en la práctica se evidencian como más que eso.

El problema de raíz –subrayan los alcaldes de la zona– es que, efectivamente, ya no hacen falta caudales disparatados para hacer que el río se desborde. Y es así –insisten desde hace años– porque como el cauce del río no se limpia por parte de la CHE, cada vez tiene más reducida su capacidad. De ahí que con menos agua se alcance un mayor número de metros y las márgenes del río se queden cortas.

Enredo entre administraciones

Desde el Gobierno aragonés afirman que hay que buscar soluciones y apuntan a la CHE como responsable de la materia. Desde la CHE, sin embargo, niegan que tengan autonomía para actuar libremente, ya que es un asunto administrativamente complejo, con competencias que se entrelazan entre distintos entes y que afectan, además, a un tramo de río que tiene especial protección medioambiental.

En materia de limpieza y mantenimiento del cauce, es la única competente para autorizar –aunque para hacer las obras puede ser tanto ella como otras administraciones e incluso particulares–. Una autorización, por otra parte, que según la dimensión de la obra a realizar en el cauce, también incumbe a la autoridad medioambiental autonómica e incluso al Ministerio.

Respecto a la calificación de una riada como «ordinaria» o «extraordinaria», desde la CHE recuerdan que no es arbitraria sino fruto de unos baremos que están establecidos desde hace años y que se marcaron tras exhaustivos estudios hidrológicos. Es una calificación técnica –destacan– a partir de las mediciones de caudales –metros cúbicos por segundo– que se registran en estaciones de aforo situadas en el cauce del río.

Los afectados, sin embargo, insisten en que no les vale el enredo administrativo. Afirman que es la Administración pública en su conjunto la que debe dar respuesta al problema y que llevan no menos de diez años viendo como se le da vueltas al asunto entre distintas instituciones públicas superiores sin que se ponga en práctica una solución clara.

El consejero Modesto Lobón apunta a que, entre tanto, como mínimo habría que revisar las calificaciones técnico-jurídicas de las riadas y adecuarlas a la realidad. Dicho de otra forma, que si los daños que provoca son extraordinarios, se reconozca la riada como tal y no como una crecida ordinaria sin más.

En paralelo, ha anunciado que se están promoviendo contactos con las aseguradoras para adecuar la tipificación de las riadas y evitar que los damnificados, encima que aguantan las pérdidas, las vean peor pagadas por una calificación administrativa que marca la CHE atendiendo exclusivamente a caudales estadísticos, en vez de a los efectos reales provocados y a las razones de fondo que los provocan.

La riada sigue avanzando

Mientras tanto, la punta de la crecida que llegó el fin de semana al tramo navarro y riojano del Ebro, y que en la noche del domingo entró en los primeros municipios ribereños de Aragón, sigue avanzando aguas abajo. Este martes llega a Zaragoza y continuará hacia el tramo del Bajo Ebro aragonés, el situado entre la capital y el límite con la provincia de Lérida. Tradicionalmente, varios términos municipales se del tramo bajo también se inundan en crecidas como la que está teniendo lugar ahora.

Hasta el momento, ya son miles las hectáreas de cultivo anegadas en la aragonesa Ribera Alta del Ebro. En la localidad de Novillas, el agua llegó hasta el casco urbano y la inundación afectó a varias calles y casas.

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