Cinco pueblos con nombres curiosos en Alicante
Poblaciones que llaman la atención por sus peculiares topónimos y que esconden historias tras su denominación
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12345Villajoyosa
Pese a las evocaciones que el topónimo de Villajoyosa provoca, la historia etimológica de su denominación no tiene en absoluto que ver con joyas ni coronas, como se ha transmitido desde hace mucho tiempo en el acervo popular. El nombre de esta costera y vacacional localidad alicantina tiene un origen claramente definido, aunque distintas hipótesis teorizan acerca de cuál pudo ser.
Una de las posibles interpretaciones, urdida por uno de los más ilustres cronistas del municipio, afirma que los griegos de la Jonia fundaron la urbe a la que llamaron, en honor a su lugar de procedencia, Jona. Con el tiempo, pasó a ser conocida como Jonosa, y de ahí a Joiosa, que forma parte de su nombre actual en valenciano.
Otra de las fuentes sostiene, desde mediados del siglo XVI, que el topónimo deriva de «villa de choças» en referencia a su origen, tal como se mantiene hoy en día, de villa de pescadores. Esas «choças» serían las cabañas construidas por los pescadores locales para desarrollar su actividad.
Pese al cierto calado popular que han adquirido estas historias, la verdadera raíz de la denominación de Villajoyosa es bastante más simple. Al igual que en otras localidades como Vistalegre o Vistabella, el bautizo responde a la voluntad de dotar a este asentamiento de un nombre atractivo para, de esta forma, atraer a los colonos al territorio.
Fue alrededor del año 1300, cuando Bernat de Sarria fundó la ciudad en un momento histórico delicado, pues Villajoyosa se encontraba rodeada por núcleos de población moriscos y estaba inmersa en un periodo de repoblación.
La Romana
La Romana, situada al oeste de la provincia y cerca del límite entre la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, es una pequeña localidad de apenas 2.500 habitantes. Se encuentra a tan solo 40 kilómetros de la capital de la provincia, pero su centro histórico está a casi 500 metros de altitud, lo que influye en su clima.
Su topónimo, pese a lo gráfico que parece, no responde a nada relacionado con la capital de Italia ni el antiguo imperio con el que comparte nombre. La Romana originalmente deriva de «al rumana» o, lo que es lo mismo, «las granadas». Este asentamiento, fundado legalmente como pueblo independiente en 1929, basa su topónimo en los cultivos por los que se conocía a esa zona.
Campo de Mirra
Campo de Mirra no se llama así porque fuera el lugar de cultivo al que los Reyes Magos acudieron para recoger uno de los presentes que posteriormente le presentarían a Jesús. Esta población, de algo más de 400 habitantes, se conoce históricamente porque en ella se firmó en el año 1244 el Tratado de Almizra entre Jaime I y Alfonso X.
El nombre de este tratado, en árabe, es del que deriva la actual denominación del lugar. A pesar de que no existen referencias en textos árabes de la época, el término original «al-mazra'a», deformado por la etimología popular, venía a significar cultivo. De este nombre original y su propio significado se evolucionó hasta el actual, pues se mezclaron campo y mirra cuando originalmente se utilizaban como una única palabra.
En el año 1849 se oficializó el nombre de Campo de Mirra, lo que convirtió a la localidad en portadora de lo que se conoce como «tautopónimo»: es decir, un topónimo en el que en el propio nombre se repite el accidente geográfico que designa. El caso más significativo de tautoponimia es el de desierto del Sahara.
Mutxamel
La abundancia del sabroso dulce incrustado en el nombre de esta localidad nada tiene que ver con la etimología de su topónimo. Aunque esa ha sido, comprensiblemente, una teoría muy extendida a lo largo de los tiempos, lo cierto es que no existe un origen contrastado del nombre Muchamiel. La teoría más extendida, sin embargo, afirma que deriva de los términos mercado («mugma» en árabe) y punto de encuentro («el» en romance).
La denominación da a entender el carácter histórico eminentemente comercial de la localidad. Su economía, fundamentalmente basada en la agricultura, daba pie a que fuese un destino de mercadeo muy socorrido antiguamente. También ha habido discusión acerca del cambio entre Muchamel-Muchamiel-Mutxamel, en una época más reciente y debido a las castellanizaciones de muchos topónimos durante la época del franquismo, aunque el pleno municipal aprobó en 1989 la denominación oficial de Mutxamel.
Torremanzanas
Torremanzanas, llamado en valenciano y cooficialmente Torre de les Maçanes, al igual que en los casos anteriores no tiene un nombre que responda literalmente a lo que su topónimo indica. O, como dicen coloquialmente en el pueblo, «ni torre, ni manzanas». Su nombre tiene más que ver con la mala castellanización de una denominación que, desde el árabe, pasó a ser maçanes en valenciano.
El origen remoto de la localidad radica en un castillo musulmán, la antigua fortificación almohade que data de entre los siglos XII y XIII, situada en la parte más elevada de la población, a la que se conoce como «casa alta». Hasta el año 1794, Torremanzanas dependió del ayuntamiento de Jijona. Poco después, en 1805, se le otorgó el título de villa.
Sobre la genealogía del topónimo hay distintas interpretaciones que, en realidad, son bastante parecidas. Una de ellas sostiene que viene del término latín mattiana, que hace referencia a la complicada orografía sobre la que se asienta el pueblo. Por otra parte, en la etimología árabe la unión de los conceptos manzil (posada) y as-anad (pendiente de la montaña), que también se refiere al perímetro montañoso que alberga la localidad.