Avanzamos

He reiterado en muchas ocasiones desde esta sección que aunque el crecimiento empresarial es un tema evidentemente objetivo, casi físico, en realidad se construye sobre intangibles, sobre la cualificación y el compromiso de las personas y sobre un aspecto fundamental: la confianza de todas las partes en el buen fin de las operaciones mercantiles.

Confianza de los clientes en la capacidad de la empresa para atender de manera eficiente sus demandas; confianza de sus empleados en el futuro de la compañía; confianza de sus proveedores en la capacidad de la empresa para atender sus compromisos; y por supuesto, confianza de los propios empresarios en las instituciones y en la evolución de la economía que faciliten el desarrollo correcto de los negocios.

Y parece que estamos en el buen camino. Esa al menos es mi impresión. Los empresarios empezamos a percibir mejoras en el comportamiento del mercado tanto nacional como internacional, con excepciones conocidas; la banca empieza a relajar las condiciones de financiación a las empresas; la mejora progresiva aunque incipiente en el empleo favorece el consumo y, por tanto, la actividad empresarial; tras varios años de insistir en la importancia de trabajar en un entorno global, nuestras empresas –las empresas alicantinas- están cada día más internacionalizadas; los acuerdos de cooperación van cobrando mayor importancia. Empezamos a creer –ahora que estamos en días de Tour - que esta es la escapada buena y ahí tenemos que estar.

Pero no solo lo creo yo. KPMG ha publicado su informe Global CEO Outlook 2015 , en el que 50 primeros ejecutivos de grandes empresas españolas consideran que las expectativas de crecimiento de sus empresas han mejorado considerablemente y el 70% estima que su empresa creará empleo en los próximos 3 años, basándose en dos aspectos fundamentales sobre los que también he hablado en otras ocasiones en esta misma sección: fomento de la innovación y mayor inversión en educación, formación y desarrollo de sus plantillas, y es que, poco a poco y desde vías diferentes, vamos aproximándonos al mismo concepto: en este mundo global, las ventajas competitivas en economías avanzadas difícilmente pueden venir por la vía de costes como línea principal de trabajo; es la diferenciación, el servicio de calidad, la interpretación correcta de las expectativas de los clientes y la anticipación a las acciones de los competidores cualificados, lo que nos dará recorrido a largo plazo.

La innovación, en definitiva, es la clave, y para hacerla eficiente en la empresa es necesario contar con empleados implicados, comprometidos, formados adecuada y permanentemente, capaces de integrar las ventajas de este mundo interconectado y salvar los riesgos implícitos también en esa interconexión global.

Y es cierto que los problemas y las ventajas de las grandes compañías no son exactamente los mismos que los de las PYMES , que son las empresas muy mayoritarias en nuestra tierra, pero cada vez se parecen más por esa competencia internacional, con nuestras características propias: ellos tienen más recursos, nosotros más agilidad; ellos pueden tener visión más amplia, nosotros más capacidad de cooperación; ellos más iniciativas, nosotros más capacidad de reacción … para al final terminar todos compitiendo en un espacio que es el mundo y ahí terminará ganando el mejor. Y el mejor, para cada empresa, tiene que ser necesariamente ella misma, que en el ámbito de la competencia empresarial lo importante no es solo participar, sino ganar . Y ahí estamos: La confianza se alimenta de expectativas, pero expectativas informadas, y si, parece que empezamos a recuperarla.