cultura

Energía y rock a orillas del Mediterráneo

El Low Festival abre sus puertas con el ritmo y las guitarras como protagonistas

Energía y rock a orillas del Mediterráneo

guille llopis

El Low Festival abrió ayer sus puertas un año más para brindar a los más de 23.000 asistentes 12 horas de música , fiesta y diversión. Con el sol todavía muy arriba arrancó la primera de las jornadas, llena de sorpresas y con momentos musicales para todos los gustos. Los ritmos melódicos y suaves de Zahara fueron la banda sonora de un atardecer que supondría la antesala de una serie de conciertos cargados de energía, ritmo y electricidad.

En un recinto de lo más peculiar, espacioso, cómodo y fresco miles de personas se repartían por cada rincón en función de sus gustos. Uno de los momentos cumbre de este primer día llegó en el escenario Budweiser , el principal. Kasabian congregó a una muchedumbre de la que no se veía el final , en un espectacular concierto que se vivió sobre el césped de un campo de fútbol y con el toque particular que le daban las gradas laterales repletas de personas viéndolo desde las alturas. El grupo británico tiró de repertorio y puso algunos de sus más míticos temas al servicio del público, como «Fire» o «bumbeblee», los más coreados.

Sin tiempo para respirar ni dejar de bailar, Corizonas contraprogramaba a la banda inglesa con su directo informal , ágil y desenfrenado. La formación, resultante de la unión entre Los Coronas y Arizona Baby, demostró por qué son capaces de llenar un escenario al mismo tiempo que toca Kasabian a apenas 200 metros. Ritmo, mucho ritmo, un punto de locura y canciones sobradamente conocidas . «Run to the river» a la cabeza y ese toque de encanto italiano que da «Piangi con me» pusieron a dar saltos a miles de personas que, de nuevo sin tiempo para reaccionar, volvieron corriendo al escenario principal para ver a Izal.

El grupo madrileño cumplió con las expectativas justo antes de que diera comienzo uno de los conciertos con mayor acogida. La sorpresa venía de Irlanda y se llamaba The Strypes . Un grupo de chicos que no llegan a los veinte años y que derrocharon fuerza en un directo que impactó, recordando a los primeros Oasis o incluso, por momentos, a los Rolling Stones por su descaro y poderío, pero con mucho camino por recorrer. Los irlandeses encandilaron, avanzaron alguna canción de su próximo álbum y llenaron el césped del escenario Ron Matusalem con un ciclón que arrasó a golpe de armónica. Un soplo de aire fresco para dar pie a los momentos de música electrónica que se alargaron hasta la madrugada, extenuando a unos «lowers» que esta noche volverán a por más.

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