opinión - «proa a la mar»
Sobre la reforma laboral
Han pasado tres años y seguimos hablando de la Reforma Laboral con un tono sesgado y, por defecto o por exceso, con frecuencia la hacemos responsable de muchos de los problemas que afectan a nuestro mercado de trabajo.
Habitualmente los empresarios estamos convencidos de que ha supuesto una mejora considerable para la continuidad de la empresa y con ella de muchos puestos de trabajo, en tanto que facilita la adaptación de las condiciones de los trabajadores a la situación real de la compañía , ofreciendo alternativas al cierre o a la reducción de plantillas en etapas de crisis objetiva, facilitando la utilización de la negociación colectiva en el seno de la sociedad –cuando sea necesario- al potenciar los convenios colectivos de empresa, con los que se flexibilizan y adaptan a cada empresa las relaciones laborales frente a la rigidez que pueden incorporar en periodos prolongados de crisis, los convenios de ámbito más amplio y que difícilmente contemplan las relaciones y necesidades específicas de cada empresa (el lado negativo para la empresa es la posibilidad real de llevar el conflicto al seno de la compañía, frente a las relaciones más impersonales de las negociaciones sectoriales, pero el resumen creo que es positivo para todas las partes).
El fin de la ultraactividad de los convenios (vigencia de un convenio colectivo tras su denuncia, más allá del tiempo inicialmente previsto) salvo pacto expreso, obliga a las partes a negociar y llegar a acuerdos coherentes con la situación del mercado y específica de la empresa; o la mayor facilidad para descuelgues del Convenio sectorial en vigor, son elementos, en mi opinión, positivos en esa adaptación necesaria de las condiciones de los empleados a la realidad de la empresa . Muy alejados, por tanto, de la imagen que ha trascendido en muchos ámbitos de que la reforma ha sido una vía tendente a facilitar los despidos indiscriminados e injustificados de empleados, que en todo caso siempre pueden ser corregidos por la autoridad laboral.
Aunque es una tesis de Perogrullo (“Verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla” según la RAE), no está de más recordar que no es objetivo de ninguna empresa despedir a sus trabajadores; evidentemente, el objetivo respecto al empleo en la empresa va exactamente en la dirección opuesta: la mayor parte de los empresarios quieren crecer y eso significa invertir, contratar, apoyar el desarrollo colectivo. Cuando tienen que recurrir a un despido, normalmente lo asocian con un fracaso que deben corregir, y la flexibilización de las relaciones laborales pretende exactamente eso, sustituir cuando sea posible las salidas de la empresa por otras soluciones menos traumáticas que salvaguarden la mayor parte del empleo.
Pero como he reiterado en otras ocasiones, con nuestra posición clara, en general, en los temas de la empresa, los empresarios nos explicamos mal.
Javier Fur es Presidente del Círculo de Economía de Alicante