opinión
El frontón, el mérito y la capacidad
La adaptabilidad de la administración a los cambios es una de las asignaturas pendientes en el Ayuntamiento de Alicante
Le llamaban «El frontón» por la habilidad que tenía a la hora de devolver el trabajo que le habían encomendado en el mismo estado en el que se lo habían enviado. Ella trabajaba en la administración y el único compañero de su departamento se quejaba amargamente de que al final le tocaba hacer el trabajo de los dos. No pude evitar acordarme de ellos cuando presenté durante este mandato una moción en el que solicitaba realizar un estudio para reorganizar la estructura de personal pensando en el servicio que debemos dar a los ciudadanos.
Recuerdo la cara de asombro de los portavoces del resto de partidos presentes en el Ayuntamiento de Alicante cuando desde Unión Progreso y Democracia llevamos dicha moción. El Partido Popular dispone de una red clientelar y de amiguismo en el que la gran mayoría de los jefes de servicio y departamento son puestos a dedo, y en muchos casos valorando más el servilismo que el mérito y la capacidad. Poco se puede decir de estas dos palabras de un partido cuya máxima representante, su exalcaldesa, había contratado como asesora a la niñera de sus hijos.
Por otro lado, el PSOE y Esquerra Unida siempre han tenido alergia de hablar de reestructuración de personal o de los criterios objetivos a la hora de definir ascensos o pagas de productividad.
No obstante era difícil votar que no a nuestra moción. Sólo dejó de apoyarla Esquerra Unida, nada nuevo ya que se han caracterizado por oponerse a casi cualquier iniciativa que no fuera propuesta por ellos.
A pesar de ser una moción aprobada, como tantas otras, no se ha podido llevar a cabo ya que en el fondo el Partido Popular no confía en sus funcionarios, a pesar de que dispone en el Ayuntamiento de gente muy preparada aunque quizá la independencia de algunos les asuste.
Hace escasos días los funcionarios municipales han dado un ejemplo de profesionalidad a la hora de emitir informes sobre el impacto de la llamada ATE de Ikea. Cuando gobierno municipal del Partido Popular de Alicante miraba hacia otro lado mientras el proyecto del ATE de Ikea se empezaba a tramitar, jamás se planteó pedir un informe a sus técnicos municipales. Era obvio que a veces no les gusta lo que dicen estos técnicos.
Yo siempre he sido un defensor de los trabajadores públicos, pero de aquellos que saben que su trabajo es un servicio al ciudadano y no de aquellos que piensan que su trabajo se limita a fichar a la entrada y a la salida ocupando las horas muertas hablando por teléfono con sus amigos y obviando la necesidad de actualizar sus conocimientos para dar un mejor servicio.
Es inevitable que muchos se desmoralicen al ver el grado de enchufismo existente en el Ayuntamiento de Alicante, donde muchos de los que ocupan un puesto jamás han aprobado un examen de oposición. También es triste comprobar la nula adecuación de las estructuras ante las nuevas necesidades de los ciudadanos. Así, es habitual comprobar que existen departamentos con una gran cantidad de personal, muchas veces incluyendo más jefes que empleados rasos, y poco trabajo, mientras otros se ven incapaces de resolver todo el trabajo debido a la falta de medios.
Esa adaptabilidad de la administración a los cambios es una de las asignaturas pendientes que tenemos en el Ayuntamiento, el de medir la cantidad de trabajo útil de cada departamento y dotarlo de medios en consonancia. El de formar a los funcionarios para que puedan resolver los problemas de hoy y de mañana y no los de ayer. El de medir el trabajo real y eficacia de los funcionarios para poder valorar en consonancia las posibles pagas de productividad que hoy en día se aplican a todos los trabajadores por igual.
Una eficaz organización y un personal preparado y motivado son las claves de una administración eficaz. Todo ello se basa en conceptos como mérito y capacidad, lástima que muchos prefieran los de amistad, clientelismo y servilismo. ¿Cuándo hay que actuar?, mejor hoy que mañana ya que siempre son menos útiles personas como «el frontón» que su abnegado compañero.
