cultura

La utopía socialista no llegó

La Colonia Santa Eulalia, fundada como una comunidad autoabastecida, no sobrevivió al corte vital de la historia

La utopía socialista no llegó juan carlos soler

guille llopis

Antes de la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores en 1864, el socialismo utópico aglutinaba a pensadores que seguían las tesis de Robert Owen y Henri de Saint-Simon. La Internacional, creada por el triunvirato formado por Karl Marx, Friedrich Engels y Mijaíl Bakunin entre otros, agrupó al socialismo mundial y unificó una corriente que, a pesar de sus divergencias internas, basó su fortaleza en la lucha de clases y el materialismo histórico. Pese a ello, sus idealistas antecesores se mantuvieron como una línea minoritaria y casi marginal que seguía teniendo sus fieles. Este movimiento, que planteaba una sociedad idealizada, armónica e igualitaria en la que la propiedad privada no fuese un derecho natural, pocas veces a lo largo de la historia ha trascendido la mera especulación filosófica para construir realmente comunidades relevantes. La provincia de Alicante fue la cuna de uno de los ejemplos más singulares: la Colonia Santa Eulalia.

A medio camino entre Sax y Villena, esta pequeña población fue construida a finales del siglo XIX al amparo de la Ley de Colonias. Hoy, con los trámites en marcha para ser declarada Bien de Interés Cultural, conserva su vetusta majestuosidad en pie, en forma de deteriorados edificios que no pudieron mantener el pulso a la historia y cumplir su cometido de manera sostenida en el tiempo.

Antonio de Padúa y Saavedra, conde de Alcudia y Gestalgar, creó esta comunidad siguiendo el modelo de otras ya existentes en Cataluña. Su idea era construir una sociedad autoabastecida y cooperativa, basada en la equidad de sus miembros y que pudiera perpetuarse a través de los beneficios que generase la producción propia de sus fábricas. Utilizó unas tierras de su propiedad para levantar una urbe a pequeña escala en la que la máxima final no era otra que la autarquía.

Tras alcanzar su punto álgido a principios de siglo, convirtiéndose incluso en un referente tanto a nivel económico como cultural, la Colonia entró en un periodo de decadencia y degradación del que no consiguió salir. La distribución de la riqueza o la justicia social no fueron suficiente para que hoy en día sea un lugar en estado de abandono, vagamente rescatado del olvido por un rodaje televisivo. La Guerra Civil dio la puntilla a una comunidad que no logró sobrevivir a su propia idealización.

Casas para los trabajadores, una fábrica de harina, otra de alcohol, un casino, un teatro, un economato o un palacio para los condes. Edificios de gran valor arquitectónico que conservan la belleza con que un día nacieron pero que hoy en día, casi en ruinas, pasan el testigo de lo que la colonia pudo ser y no fue. Menos de medio siglo de existencia abrazada a su concepción genealógica en la que una clase proletaria tuvo todas las coberturas aseguradas, cultura accesible, escolarización en un país todavía sumido en el analfabetismo y viviendas otorgadas por un terrateniente supuestamente altruista. Una sociedad utópica que no llegó a ser tal.

La utopía socialista no llegó

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación