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El Valencia Mestalla saca los colores al Hércules
Un pésimo juego y un mal arbitraje condenan al equipo alicantino a su tercer partido consecutivo sin ganar en el Rico Pérez y a su primera derrota tras nueve jornadas invicto
El Hércules afrontó el partido con la intención de convencer a su afición de que los últimos pinchazos en casa habían sido dos inoportunos tropiezos fruto más de la casualidad y de la mala fortuna que de un mal momento del conjunto de Pacheta, pero el equipo alicantino falló en su cometido.
El técnico burgalés fue más atrevido que de costumbre en su apuesta juntando en el 11 a Miñano y Adri Cuevas, pero el resultado no fue el esperado por el entrenador. La verticalidad se apropió de un Hércules que acostumbra a atacar y defender en bloque, el equipo se partió y su rival olió la sangre. Los espacios entre las líneas fueron boquetes imposibles de taponar por el esfuerzo y la entrega de los jugadores herculanos, que perdieron su orientación en el campo ante la velocidad del filial che a la contra.
Pero no fue al contragolpe como llegó el primer gol valencianista. El portero Alex dio muestras de su virtuoso juego con los pies, mientras que la zaga local daba claros síntomas de debilidad. Un saque en largo del meta che y una prolongación del delantero y capitán, Álex López, propició un error en cadena en la defensa blanquiazul. Pardo perdió su marca, Atienza no llegó a la cobertura y Chema eligió mal el momento de salir. Demasiados fallos para que Nando no adelantara a su equipo. El atacante picó el balón sobre la salida del arquero herculano y silenció el Rico Pérez.
Pero las desgracias nunca vienen solas, y el gol solo hizo que el Hércules empeorara su juego. A su bajo nivel asociativo le acompañó una precipitación que nada ayudó a sus intereses. El conjunto de Pacheta se empeñó en buscar de manera desesperada el pase definitivo y lo único que consiguió fue desorganizar más aún su defensa. El equipo blanquiazul comenzó a cometer errores no forzados, sus pases iban a las botas de su rival y los espacios seguían creciendo a espaldas de su confusa zaga. No eran los mejores síntomas para soñar con una posible remontada, y el fútbol, como el algodón, no engaña.
Y por si el panorama no era ya suficientemente negativo, el árbitro andaluz Eduardo Moya Baena puso el partido mucho más cuesta arriba para los intereses del Hércules. Atienza, que ya había visto una cartulina amarilla por cortar una peligrosa contra che, vio la segunda por un codazo inexistente. La expulsión del central calentó los ánimos en el Rico Pérez, y la sangre envalentonó al toro, pero para que el pundonor y la garra funcionen ha de haber fútbol, y Curro Torres desnudó el planteamiento de Pacheta, y mostró las enormes carencias de juego del equipo alicantino.
La segunda parte no invitaba al optimismo para la afición herculana. El filial che se mostró tan cómodo con el balón como peligroso atacando los numerosos espacios, inabarcables para un Hércules en inferioridad. El recién entrado Dani Ramírez ajustició a su rival con una gran maniobra en el interior del área en la que la defensa herculana fue espectadora de lujo. Los pitos, esta vez dirigidos a los hombres de Pacheta, y también a él, comenzaron a resonar en el estadio ante el rondo en el que los jugadores del filial valencianista convirtieron el partido.
El bajo ritmo de juego que impuso el Valecia Mestalla no fue la mejor elección para sus intereses. Los propios jugadores che se contagiaron de su apatía y despertaron a un Hércules que acabó creyendo en sus opciones. Un latigazo de Fran González puso el 1-2 en el luminoso y esta vez sí el ímpetu herculano atemorizó al filial che, que estuvo muy cerca de lamentar gravemente no haber cerrado el partido antes.
Un remate de Casares en el descuento hizo retumbar el «uy» en el Rico Pérez, pero la victoria marchó para la capital valenciana. El Hércules creyó demasiado tarde en sus opciones debido a su poco fútbol. La apuesta de Curro Torres superó a la de Pacheta, pese a que un desvanecido milagro pudo cambiar el reparto de puntos a última hora.
