JEREZ

El asesino confeso del crimen de Miriam Tamayo dice que «iba colocado»

El imputado ha afirmado que el cuchillo de 14 centímetros con el que atacó a la joven se cayó de la bolsa con una fiambrera que ésta llevaba

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El acusado de la muerte de Miriam Tamayo, la joven de 21 años con la que tenía un hijo y a la que supuestamente apuñaló en plena calle el 12 de junio de 2013 en Jerez, ha asegurado este lunes al tribunal que el día de los hechos «iba colocado».

En la primera sesión del juicio, que se celebra con jurado popular, el acusado también ha afirmado que el cuchillo de 14 centímetros con el que atacó a la joven se cayó de la bolsa con una fiambrera que ésta llevaba cuando se dirigía a una comida de fin de curso en la Escuela de Hostelería de Jerez.

El presunto homicida, de 27 años y exnovio de la víctima, ha respondido únicamente a las preguntas de su abogado, manifestando a la sala que la mañana de los hechos había ido a comprar droga hasta en dos ocasiones para consumir en un «fumadero» cercano al lugar del suceso.

Asimismo, asegura que se bebió cinco o seis litros de cerveza mezclados con tranquilizantes.

El imputado también ha dicho que la relación con la joven no era seria, que no vivían juntos y que fue ella quien puso fin a la relación cuando su hijo tenía tres meses -contaba con diez meses cuando su madre murió-, aunque él seguía yendo todos los días a ver al niño a casa de los padres de Miriam para llevárselo a que lo vieran sus otros abuelos.

Asimismo, ha dicho que nunca había amenazado anteriormente a la víctima a través de mensajes de la red de mensajería instantánea de WhatsApp.

Sobre el momento de la agresión, el procesado ha explicado que después de llevarse a pasear a su hijo y dejarlo de nuevo en casa de los padres de la víctima y verla también a ella, se la encontró nuevamente cuando iba camino a la convivencia con sus compañeros de curso. Entonces, según relata, empezaron a discutir al pedirle él una explicación sobre por qué lo había dejado.

Según su versión, siguieron andando y continuaron riñendo, llamándole en un momento dado la atención una vecina de Montealto a la que él tranquilizó diciendo que era la madre de su hijo. Luego cruzaron una carretera, forcejearon y, al caerse la bolsa que llevaba Miriam con un plato de comida preparado para el almuerzo, «se cayó el cuchillo, lo cogí y ya se me vino todo».

Posteriormente, ha afirmado que fue él quien indicó dónde estaba el arma blanca a la Policía y admitió que fue el autor cuando los agentes llegaron al lugar del suceso, donde médicos del centro de diálisis junto al que se produjo el ataque intentaban reanimar a la joven.

Frialdad

No obstante, los agentes del 092 que lo arrestaron han negado posteriormente que esto fuera así, tras relatar que fue un testigo el que les indicó donde estaba el arma homicida y que el imputado confesó su autoría tras ser señalado por estos testigos.

La Policía destaca la frialdad que mostró en todo momento

En su declaración ante el tribunal, los policías que lo detuvieron y llevaron a los calabozos de la Comisaría han coincidido en la frialdad que mostró en todo momento desde su detención, observando como un espectador más los intentos del facultativo y el enfermero que asistían a la joven.

También han llamado la atención sobre el desinterés mostrado por la madre de su hijo, ya que en la Comisaría lo único que preguntó era si le podíamos traer un bocadillo.

En la vista también han declarado dos vecinas, madre e hija, que fueron las que dieron aviso a la Policía. Aseguran que escucharon a una chica llorar y a un hombre hablando alto, mientras la joven repetía «por favor, no me hagas daño. El niño, el niño».

Una de las testigos ha explicado que llamó la atención al joven desde el muro de su casa y llamó a la Policía. En ese intervalo, relata que la pareja ya había avanzado al lugar de los hechos y él le daba "manotazos grandes", que resultaron ser las puñaladas que recibió la joven, a la que encontraron "tirada en el suelo, con sangre y moviéndose".

Un hijo más

Los padres de Miriam, por su parte, han declarado ante el tribunal que su hija llevaba con el acusado desde los 14 años, y que a él lo trataban como a un hijo más.

El padre ha explicado que, aunque la joven estaba últimamente asustadilla por los mensajes de "amenaza" que recibía por parte del acusado, nunca quiso denunciarlo porque no quería perjudicarle teniendo en cuenta sus antecedentes penales --había estado en prisión por delitos de robo con fuerza--.

Indica que fueron a hablar con los padres del imputado a cuenta de estos mensajes, los cuales aseguraron que su hijo era "incapaz de matar una mosca". Además, su hija era confiada y no pensaba que fuera a cumplir sus amenazas.

Tras mostrarle el arma homicida, la madre de Miriam ha negado que el cuchillo hubiera salido de casa, como el procesado dio a entender al decir que se cayó de la bolsa que llevaba la víctima con comida para el almuerzo de fin de curso.

Asimismo, ha asegurado que el acusado estaba "normal" cuando devolvió a su nieto una hora antes de los hechos, ya que si hubiera presentado síntomas de estar bebido o drogado, "ni él hubiera podido cargar dos plantas con el carro del bebé", ni ella le hubiera permitido que se llevase al pequeño.

El juicio se retomará este martes con nuevas pruebas testificales del personal del centro de diálisis que asistió a Miriam en la calle y la práctica de las pruebas forenses.

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