POSTALES

Monárquicos sin saberlo

Lo que los asidores del codo real revelan con su gesto es que, admiten la autoridad, aunque sea sólo moral, del Monarca

José María Carrascal

SÓLO dos personas, entre las miles que han saludado a Felipe VI, asieron su codo mientras estrechaban las manos: Albert Rivera y Artur Mas. El gesto fue una creación de Don Juan Carlos, campechano por naturaleza, destinado a aquellos por los que sentía un especial afecto y agradecimiento. Felipe VI lo ha heredado aunque, circunspecto como es, lo prodiga mucho menos y no correspondió al avance. Lo sorprendente es que los audaces hayan sido dos políticos que poco tienen que ver con la monarquía. Mas ni siquiera la reconoce por española. Rivera la admite como parte de nuestro sistema constitucional, pero nunca se ha manifestado sobre ella, hasta el punto de que no sabemos si es monárquico o republicano. Sin embargo, son los únicos que se han atrevido a tan antiprotocolario gesto. Rivera, en la recepción en palacio del 12 de octubre. Mas, durante la última visita a Cataluña del Monarca. Si fue un impulso espontáneo o premeditado no lo sabemos, pero indica que ambos, pese a no tener un historial de devoción a la Corona, necesitan su apoyo. El uno, para salir del enorme lío en que se ha metido con su apuesta soberanista. El otro, para consolidarse como líder de ámbito nacional. El que está en peor situación es Mas: ¿cómo puede esperar que el Rey de España le ayude a separarse de ella? Que lo haya hecho indica su angustiosa situación. Es incluso posible que aceptase dos Estados bajo una misma corona, como en su día Austria y Hungría. Pero aquélla fue una unión acordada entre ambas, no una separación inamistosa como ésta. Aparte de ¿qué dirían ER y la CUP, furiosamente republicanas? En cuanto a Rivera, situado en medio de todos los caminos y sin decidir con quién pactará tras unas elecciones que se prevén sin claro vencedor, necesita también el visto bueno del Monarca. A fin de cuentas, va a ser el «king maker», el hacedor del jefe de gobierno. Quién será no lo sabe nadie, incluido el propio Rivera, aunque sus preferencias apuntan a Sánchez sobre Rajoy, aunque sólo sea por motivos generacionales. Pero quedan todavía dos meses hasta las elecciones, en los que pueden pasar muchas cosas. A Mas le ocurre lo mismo, pero por motivos políticos: Rajoy ya le ha dicho «no» por activa y por pasiva a sus pretensiones secesionistas. Con Sánchez tiene aún esperanzas.

Lo que los asidores del codo real revelan con su gesto es que, implícitamente, admiten la autoridad, aunque sea sólo moral, del Monarca como símbolo del Estado. O sea, que son monárquicos sin saberlo.

No respondiendo a tan impropia aproximación, Felipe VI estuvo en el papel que le corresponde, el de alguien ni más lejos ni más cerca de cualquier político o política de partido. Él está por encima de ella y de ellos, como representante de España, donde son monárquicos hasta los republicanos. Pero ésa es otra historia.

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