horizonte
Por dónde empezar la renovación
Algunos han alcanzado lo de aquel ministro de Aznar que afirmaba: «He llegado a mi grado máximo de incompetencia»
LLEGADOS a este punto del partido en el que el PSOE nos cuenta cada día quién va a ocupar cada puesto en cada lista de las cincuenta y dos circunscripciones al Congreso de los Diputados, quizá el presidente del Partido Popular podría pensar –por una vez, no más– que no es imprescindible anunciar todo en el último minuto, cuando los rivales llevan meses haciendo campaña. La experiencia de esta legislatura está plagada de ejemplos que contestan las virtudes de publicitar candidatos en tiempo de descuento, como gusta hacer Mariano Rajoy . Véase las elecciones europeas, las andaluzas y las municipales y autonómicas en las que Madrid fue un buen ejemplo de cómo puede acabar mal tanta demora: Esperanza Aguirre en la oposición y Cristina Cifuentes en el poder. Porque no estoy seguro de que esta última represente, ni siquiera remotamente, que los valores que los electores vinculan al Partido Popular hayan triunfado.
Convendría ahora empezar a lanzar señales de renovación de cara al mes de diciembre. El Gobierno ha entretenido a la parroquia discutiendo sobre si las elecciones serían el 13 o el 20 de ese mes. Mustio collado. Al fin parece comprender que no va a ganar las elecciones por una fecha u otra por más que sus estrategas crean que un día o el contrario representa algún voto de más –que ya es minusvalorar al votante. Partiendo de la base de que Rajoy ha hecho un papel clave en estos cuatro años y que presenta a los electores una España que, económicamente, era inimaginable en noviembre de 2011, convendría barajar otras opciones. El presidente no se ha caracterizado por su capacidad de hacer crisis de Gobierno. Los relevos habidos en esta legislatura han respondido todos a cuestiones puntuales . No ha sustituido a dos o más ministros a la vez nunca. Así que no parece exagerado decir que ha llegado la hora de hacer una renovación seria a la hora de llamar a las urnas y en las listas a las Cortes Generales.
Podríamos dar muchos ejemplos de esa necesaria renovación evocando aquella boutade que repetía Miguel Arias Cañete cuando fue ministro de Agricultura en el Gobierno de Aznar y proclamaba a quien quisiera oírle: «He llegado a mi grado máximo de incompetencia». Desde luego sus actos demostraron después que todavía podía rendir muchos y buenos servicios a España. Pero hay otros a los que esa descripción les sienta como un guante. Veamos el caso de la vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados, doña Celia Villalobos Talero, que lleva siendo elegida diputada por Málaga desde 1989. Veintiséis años. Y ha empleado buena parte de ese tiempo en dar patadas en las espinillas a muchos votantes de su partido. Sin duda debe tener cuantiosos méritos intelectuales y capacidades de gestión políticas que resultan ocultas al común del electorado. Mas tal vez si esas incontestables virtudes están en retirada ahora, convendría demostrar que en la provincia de Málaga hay buenas alternativas y de un perfil muy diferente para representar a un Partido Popular nuevo . Y, por poner un ejemplo radicalmente distinto, qué decir de La Coruña (con perdón) donde también hace veintiséis años que apareció en las listas del PP, sin duda por sus méritos académicos, don Arsenio Fernández de Mesa y Díaz del Río. Quizá haya quien crea en su partido que ambos han rendido grandes servicios a España. Pero algunos creemos que lo que no hayan demostrado en veintiséis años es improbable que vayan a probarlo ahora. Renovación, por favor.