¿Devolverá Trueba los 30.000 euros?
Gana el Premio Nacional de Cinematografía, pero no se siente español
Para gustos se pintan colores, y como Fernando Trueba es muy libre de decir lo que le dé la gana, voy a utilizar también la libertad que me concede un periódico liberal como este y arrancar con una modestísima opinión sobre su trabajo. No tiene más valor que la de un profano aficionado al cine, pero quizá coincida con otras personas. En contra de lo políticamente correcto y del aplauso del entorno ideológico que lo arropa, a mí el cine de Fernando Rodríguez Trueba, madrileño de 60 años, me resulta bastante flojo. Me encantaría disfrutar con su labor, porque me parece un buen tipo, pero la verdad es que encuentro sus películas fallidas, forzadas y lo que es peor, insípidas (ni mentaré su temible comedia «Two Much», una cima del anti-humor). A mayores, con los años ha ido empeorando: hace muchísimo que no acierta. En resumen, aunque lo adorne un Oscar –que creo que ganó más bien el papelón del genio Fernán Gómez–, me parece un director sobrevalorado.
Por el contrario, cuando deja reposar la cámara, Trueba resulta un intelectual muy interesante. Siempre hay ganancia leyendo sus excelentes ensayos o simplemente escuchándolo hablar. Es un erudito en su materia y un musicólogo sagaz y original, que ha abierto nuestro paladar embotado por el mainstream anglosajón a las maravillas latinas, como hizo al propiciar el audaz y felicísimo maridaje de Bebo y Cigala.
Ayer en el Festival de San Sebastián el ministro de Educación y Cultura, Méndez de Vigo, le entregó a Trueba el Premio Nacional de Cinematografía, dotado con 30.000 euros del erario público. El director madrileño lo recogió y lo agradeció resaltando que no se siente español: «Ni cinco minutos de mi vida me he sentido español».
Su frase presenta varios problemas. Tener 60 años, haber vivido toda tu vida en Madrid y no sentirte español es una bobería, por supuesto. Pero si él se siente así, admitámoslo. Lo que ya no se puede admitir es que se quede los 30.000 euros del galardón, porque lo hemos pagado todos los españoles (incluidos los que discrepamos del jurado). Un mínimo de congruencia: si no eres español, tampoco lo eres para trincar la pasta del Premio Nacional.
Un intelectual honesto como Trueba, que no se siente español, debe también empezar a hacer cuentas y devolver todo el dineral que a lo largo de los años le ha dado España en subvenciones, que se le entregaron para fomentar el cine español. Si ahora Trueba es apátrida, no tiene sentido financiarlo con nuestros impuestos.
Por último, es tristísimo que en un momento en que la existencia de su país está amenazada por el separatismo, un intelectual relevante se apee del autobús donde viajamos todos con un que os den, que yo no soy de aquí. Qué bochorno que el creador más firme en la defensa de España sea a día de hoy un peruano nacionalizado español, Vargas Llosa. A Isabel Coixet la idea de España le da «pereza». Trueba y Nacho Duato dimiten. Otros callan, no vaya a ser…
El ministro le aplicó un pellizco de monja respondiendo que él sí celebró el triunfo de España en baloncesto. Es algo. Pero insuficiente ante un desaire tan grave como el que acababa de recibir su país. Una sugerencia: #Fernandodevuelvenoslapasta