COSAS MÍAS
Pobre Piqué
Jamás había oído a los comentaristas de un partido de fútbol expresar preocupación alguna por los pitidos, e insultos, constantes a Cristiano
Me cae bien Piqué, a pesar de lo que le gusta provocarnos a los madridistas, o quizá también por eso. Por su descaro, por la chulería, por la sinceridad, por su seguridad. Y por lo que juega. Si se nos fueran Pepe y Varane, lo vería estupendo al lado del mejor central del mundo que es Sergio Ramos. Me sentiría segura con esa pareja en la defensa, sobre todo ahora que en el Madrid jugamos también con portero, a diferencia de la temporada pasada.
Seguramente, a Piqué, los pitos de Oviedo le estimulan a jugar más y mejor. En eso es como Cristiano, cuanto más le pitan, más juega. Y, para pitadas, las que dedican a Cristiano en todos los campos de España, menos en el Bernabéu. A él que es el deportista más admirado del planeta, el que lidera todas las clasificaciones de admiradores y seguidores, pero esto es España, aquí somos así de primarios. Y jamás había oído a los comentaristas de un partido de fútbol expresar preocupación alguna por los pitidos, e insultos, constantes a Cristiano. Y he aquí que los pitidos a Piqué, una broma al lado de los dedicados a Cristiano, provocaron gran consternación a los comentaristas de TVE en el partido contra Eslovaquia. Hasta cinco veces se pusieron a lamentar los pitidos a Piqué. Ni la pitada al himno de la final de la Copa, que no vi, debió de provocar tanta preocupación en televisión.
Pero resulta que Piqué es un nacionalista catalán, Cristiano un portugués, y los ofendidos por la pitada al himno, unos españoles, cosa, la de ser español, que es a estos efectos en España como ser portugués, o alemán, o chino. Te mereces lo que te piten y te insulten, que para eso te sientes español, eres patriota y amas tu himno y tu bandera. O sea, una provocación, como ser portugués, el mejor jugador del mundo, y, además, guapo, que ya es el colmo de la provocación. Y como se te ocurra protestar, te crucifican por conflictivo, por agresivo y por chulo, que es lo que le hacen a Cristiano cuando lanza algún gesto de respuesta a los cromañones de los estadios.
Y sí, esto es lo mismo que pasa en nuestro problema con el secesionismo catalán, muy de acuerdo con quienes han visto estas semejanzas, como Santiago González. Y así nos va. Los nacionalistas catalanes se saltan la ley como les parece, proclaman su intención de romper la nación y de imponer la independencia a la fuerza, y resulta que el provocador es Xavier García Albiol por decir aquello de que «se acabó la broma». Mira que ponerse tan ofensivo con los nacionalistas que se saltan las leyes en lugar de cuidarlos e integrarlos. Como los que pedimos sanciones para las pitadas al himno nacional, otros provocadores que fomentamos el alejamiento de los nacionalistas catalanes. O los que exigimos el cumplimiento de las sentencias y las medidas legales para impedir la secesión.
Ahí están Pedro Sánchez y una buena parte de la izquierda para censurar tanta agresividad y clamar por el diálogo y la comprensión de los agravios a Mas. Y para hacer un frente contra esa reforma del Constitucional tan malintencionada para con los incumplidores de las leyes. Se trata de mimar y proteger a los secesionistas, como a Piqué, que se sientan cómodos y queridos. Y de dar palos a quienes pedimos el cumplimiento de las leyes y la unidad de la nación. O el respeto al himno, otra provocación de los españoles.