HORIZONTE
Con un par de... reactores
Populismos en España los tenemos de descamisados. En Estados Unidos, de multimillonarios
El pasado sábado Manuel Erice, nuevo corresponsal de ABC en Washington, nos contaba las grandezas materiales y, sobre todo, la implícitas miserias morales de este atroz Donald Trump que aspira a ser el próximo presidente de los Estados Unidos de América. Hace falta ser, no ya ostentoso, sino verdaderamente hortera para exhibir un Boeing 757-200 como tu herramienta de campaña electoral para ser presidente. Claro que ya tenemos dicho en estas páginas que aquel es un país en el que se premia el haber surgido de la nada y haber llegado a una riqueza épica y nosotros somos una nación en la que eso mismo implica la condena universal sin derecho de defensa. Ni necesidad de pretenderla tampoco, porque para lo que te va a valer...
No seré yo quien critique el que quien haya amasado una fortuna legítimamente se la gaste en lo que tenga por conveniente. Corría el año 2002. O tal vez fuese el 2003. Silvio Berlusconi, presidente del Consejo de Ministros de la República Italiana, recibió en visita de trabajo al primer ministro de la República de Bulgaria, otrosí el Rey Simeón de los Búlgaros. Despachados los asuntos pertinentes, la conversación fluía con facilidad, entre otras cosas porque Simeón es mitad italiano por ser hijo de la Reina Ioana, hermana del Rey Humberto de Italia. En uno de esos momentos en que la conversación decae y hace falta tablas y asuntos de interés común para activarla, Simeón comentó a Berlusconi que se le hacía muy cuesta arriba el viaje a Estados Unidos que debía emprender unos días más tarde, porque el avión oficial de la República de Bulgaria en el que debía hacer el trayecto le obligaba a hacer escalas entre Sofía y Washington. Aquello debió sonar a don Silvio como las fanfarrias que anuncian la llegada del solucionador de todos los problemas. Esta era la suya. «Pero Majestad, de ninguna manera. Yo le dejo el avión y puede volar directo de Sofía a Washington». Simeón debió buscar sus mejores recursos diplomáticos para excusarse: «Presidente, cómo se lo agradezco, pero comprenda la impresión que causaría el que el primer ministro de la República de Bulgaria llegase a Washington en un avión de la República Italiana...» Momento en que Berlusconi contempló perplejo a su interlocutor y le espetó «¡Pero Majestad! ¡No estoy hablando de un avión de la República Italiana! ¡Estoy hablando de mi avión! ¡El de Silvio Berlusconi!». Sospecho que Simeón de Bulgaria debió recurrir a su mejor diplomacia porque lo cierto es que el primer ministro llegó a Washington abordo de un avión de... la República de Bulgaria. Escalas en el trayecto incluidas.
Populismos hemos tenido en Europa y ahora llegan a Estados Unidos. En España los tenemos de descamisados. En Estados Unidos, de multimillonarios. Estemos preparados.