HORIZONTE
La clase política peor pagada
El atroz Trump es admirado por exactamente la misma razón por la que en Europa sería odiado: porque es rico
IGNACIO Camacho aplicaba ayer su maestría habitual a poner al conjunto de los europeos ante sus vergüenzas. La comparación entre la actuación de unos europeos «heroicamente escondidos» ante un ataque terrorista y unos turistas norteamericanos que se enfrentan al asesino sonroja a un muerto. ¿De verdad somos tan distintos? Quizá sí. Porque Estados Unidos sigue siendo un país que recompensa la iniciativa personal, el emprendimiento, la capacidad de triunfar por ti sólo, y Europa continúa, en buena medida, esperando a que venga papá Estado a resolverte sus problemas. Por eso allí la posesión de armas está protegida por la Constitución y aquí el asunto es anatema. Son mentalidades diametralmente opuestas.
En estos días vemos los medios llenos de noticias sobre el auge de la carrera presidencial de un ser que yo describiría como políticamente atroz: Donald Trump. ¿Se deriva su auge de sus políticas xenófobas? Un poco sí. Seguro. Pero con eso no se tiene en USA la intención de voto que él consigue hoy. Trump es admirado por exactamente la misma razón por la que en Europa sería odiado: porque es rico. Él solo ha labrado su fortuna. Intolerable. En Europa los ricos deben esconderse, ocultar sus posesiones, avergonzarse de ellas. En Estados Unidos, a izquierda y derecha, te admiran por ello.
El pasado domingo contábamos en ABC el escándalo que genera en España el que haya ejecutivos de empresas del Ibex que cobren sueldos que multiplican el del presidente del Gobierno por hasta 210 veces. Mas confesaré que a mí ni me inmuta el que un banco, una empresa de telecomunicaciones, de moda, de construcción o de aerolíneas pague a sus ejecutivos lo que sus accionistas estimen oportuno. Porque son empresas cuyos ejecutivos compiten en un mercado abierto y tienen que lograr unos objetivos para que sus accionistas reciban unos dividendos. Y si no los recibieran, tampoco los ejecutivos serían retribuidos con generosidad. Caso aparte en nuestro Ibex-35 es el de las compañías energéticas, que se mueven en un sector regulado donde la libre competencia es una quimera. Pero eso es motivo de otro artículo.
En aquella época en que el presidente del Gobierno español entraba en la Casa Blanca como si fuera de la familia y se pasaba días en el rancho de Texas, el presidente Bush preguntó a José María Aznar cuál era su sueldo. El español, inflando la cifra mínimamente, le dijo que 80.000 euros. Bush lo miró con admiración. «¿80.000 euros al mes?» preguntó quien ganaba 400.000 dólares al año. «No, al año» respondió Aznar con esa sonrisa enigmática que le caracteriza.
Lo que a mí me avergüenza es que en España tengamos la clase política peor pagada de nuestro entorno. Y luego se sorprenden de que los mejores no quieran someterse a la vida pública.