VIVIMOS COMO SUIZOS
Trump l’oeil
Albiol es el candidato del PP más votado y la mejor opción del partido en Cataluña
Poner a García Albiol de candidato en Cataluña ayuda al PP a evitar la insignificancia, igual que Mariló Montero consigue con sus peculiares actuaciones que TVE no sea irrelevante. El para muchos pérfido Albiol sucede a la «camargada» Alicia Sánchez-Camacho en unas elecciones donde Inés Arrimadas, la inesperada, tiene más papeletas que ellos en el sector no nacionalista, no independentista, no solicitante de desconexión. La primera vez que Arrimadas fue a un mitin de Ciudadanos lo que más le gustó fue que «la gente era supernormal». Javier Maroto ha destacado la valentía de Albiol por hablar sin prejuicios de lo que se habla en la calle. Supongo que de lo que habla la gente supernormal. De moros y de rumanos, de esas cosas. Soraya Sáenz de Santamaría dice que «es una persona muy enérgica con un discurso muy claro». Entendérsele, se le entiende («Muchos lo piensan, yo lo digo»). El exalcalde de Badalona es admirador de Rudolph Giuliani. Andrea Levy, vicesecretaria de media melena y pajiza número dos, admira a Mariana Pineda, otra supernormal. Siempre será peor Vladimir Putin pidiendo el Nobel de la Paz para Joseph Blatter.
En 2001, la revista «Time» dudó a la hora de elegir el personaje del año para su portada. No sabían si poner a Bin Laden o al alcalde saliente de Nueva York (ya habían sacado a Stalin y Jomeini). Al final, Giuliani, que caminó entre escombros y alertó contra la venganza racista, se impuso incluso a los queridos bomberos. Lo de Bin Laden tenía menos mérito. El político republicano, mucho antes de su actuación en el 11-S, se había ganado el respeto de los neoyorquinos por sus enérgicos métodos policiales. Gracias a la promulgación de la «Estrategia Policiaca Número Cinco». Maaambo. Limpiando Nueva York, redujo la criminalidad y el número de asesinatos. Como político conservador, también se llevó las manos a la cabeza cuando Chris Ofili, alumno del Royal College of Art y premiado con un Turner, expuso en el museo de Brooklyn sus cuadros hechos con excrementos de elefante solidificados. Giuliani se escandalizó con «La Santa Virgen María» de 1990, que tenía un seno de estiércol y además estaba rodeada de imágenes pornográficas. El alcalde quiso presentar acciones legales contra el museo, pero la cosa quedó en nada más allá de la retirada de la subvención. La obra está ahora en Tasmania y el artista se fue a Trinidad y Tobago.
Preocuparse por la pureza democrática y las querencias giulianiescas del candidato del PP en Cataluña es una distracción de lo importante. Presentarlo como una especie de Trump español, una pérdida de tiempo. Un trampantojo, un engaño. Un «Trump l’oeil». La caca de elefante está en Artur Mas y los suyos. Albiol es el candidato del PP más votado y la mejor opción del partido en Cataluña. Otra cosa es la reflexión que esto provoque.
Cuando en la entrega de despachos a los nuevos jueces, y en presencia de Mas, Don Felipe dijo que el respeto a la ley no es ni un trámite ni una alternativa se habló de «toque real». Del monarca al carca. El toque real era en el Antiguo Régimen una imposición de manos propia de los reyes de Francia e Inglaterra. Se supone que curaban, entre otros males, la escrófula, proceso infeccioso de los ganglios linfáticos que sufriría Valle Inclán. La ceremonia suponía una legitimación del poder real al comienzo de un reinado. Pero los reyes de hoy han perdido su poder para curar la escrófula, que ahora es independentista. Pocas bromas, que el PP ha puesto a un señor a medio camino entre Quico y el profesor Jirafales de «El chavo del 8».