PECADOS CAPITALES
Señora alcaldesa
Carmena debe recapacitar: eso de denunciar en una web a los periodistas no lo hizo ni la «casta»
Señora alcaldesa, querida Manuela: cuando lea esta misiva, que pretende ser respetuosa como su trato siempre conmigo, espero que haya desistido de clavar con una chincheta virtual nuestro trabajo, el de los periodistas digo, en el tablón de anuncios público (pagado con dinero público, quiero decir) por ver si el rubor, el remordimiento, el sentido de culpa o vaya usted a saber qué nos hace desistir de cumplir con las obligaciones que nos imponen nuestra profesión, nuestros jefes y, a veces, una indesmayable vocación pagada, en no pocos casos, con sueldos griegos o paro español.
Le pongo al día por si su bien nutrido equipo de asesores en comunicación no le ha informado con detalle. Aquí, en Madrid, los periodistas que nos dedicamos a la información política, y específicamente a la autonómica y municipal, tenemos la imperdonable costumbre –siempre con alguna excepción– de escribir sobre los políticos lo que nos parece, a cambio de que nuestro relato vaya avalado por los hechos. La que suscribe lleva trece años haciéndolo sobre Madrid sin más cortapisa que el rigor. Y cuando un político, empresario, juez o ciudadano de a pie ha podido sentirse agraviado, siempre ha tenido a su disposición el derecho de rectificación en ABC o independientes tribunales, que usted tan bien conoce en su vertiente de «a mí los desahucios», para defender sus derechos.
Aseguran que la idea de abrir un blog para señalar con el dedo del Ayuntamiento a los medios y periodistas que no han cumplido con lo exigido por su equipo de gobierno ha sido suya. Siento la nueva, pues quise creer que la ocurrencia, propia de regímenes dictatoriales, tenía que ser fruto de alguna de las mentes preclaras que le acompañan en su Gobierno, cuyos nombres, me cuentan, trata de memorizar sin éxito. Resulta indiciario que políticos tan poderosos como Gallardón, Aguirre, Leguina, Manzano, Tierno, Barranco, Simancas, Lissavetzky, Pérez, incluso su compañera Inés Sabanés, no hayan tenido jamás la pintoresca tentación de censurar a los profesionales en una web municipal, por mucho que ni el fondo ni la forma de muchas informaciones les hicieran la mínima gracia. Y le aseguro que la prensa de Madrid no es precisamente cortesana. Se me ocurren otros territorios españoles donde la mayoría de sus medios se vienen a negro ante el poder. Ya sé que he citado a políticos de la casta, esos que a su partido hermano, Podemos, ya no le sirven. Pero para lo nuestro, para lo de los periodistas, que es lo de todos, mejor una casta respetuosa de la libertad de expresión que políticos puros y libertarios, admiradores de Chávez y el régimen iraní, que nos quieren leer la cartilla por desacato.
Voy terminando. Convencida de que reparará en que su precioso tiempo sería más provechoso si lo empleara en cumplir promesas como limpiar la ciudad que en vulnerar el Estado de Derecho, se despide una Cronista de la Villa de Madrid orgullosa de serlo. Pese a todo.