UNA RAYA EN EL AGUA

El perdón de los pecados

C’s va a investir a Susana Díaz para hacerse perdonar la herejía de romper en Madrid el cordón aislante de la derecha

Ignacio Camacho

La principal razón por la que Ciudadanos ha decidido apoyar la investidura de Susana Díaz consiste en que también va a respaldar la de Cristina Cifuentes. Rivera y los suyos parecen pensar, como tanta gente, que en España hay que justificarse por coincidir con la derecha, pecado de lesa corrección política ante cuyos remordimientos es menester encontrar un antídoto. La decisión de pactar con el PP en Madrid requería el inmediato contrapeso de hacerlo con el PSOE en Andalucía, quizá no tanto para mantener una imagen de equidistancia como para hacerse perdonar la herejía de distanciarse de la superioridad moral de la izquierda. La solución final es sensata para un partido con vocación tercerista que no desea acabar a pedradas con el sistema, pero la han envuelto en explicaciones alambicadas difíciles de compaginar con la realidad más prosaica de una simple determinación táctica.

Porque las cláusulas del acuerdo firmado con Díaz son risibles para una sedicente fuerza regeneracionista. No es sólo que se hayan olvidado de la solicitada dimisión de Chaves y Griñán, sino que, presurosos por equilibrar el inminente pacto de Madrid, han suscrito un papel tan precipitado que en la mayoría de los puntos coincide con el propio discurso de investidura de la presidenta. Cuando lo lea el escrupuloso Garicano, gurú económico de C’s, se va a caer de espaldas: incluye hasta un banco público andaluz y cuarenta embajaditas financieras. Lo que les va a salvar es que Susana, experta en cháchara institucional, tiene la misma intención de cumplirlo que de forzar el cese de sus antecesores. Su objetivo era encontrar un aliado distinto a los de Pedro Sánchez, abrazado a Podemos, y marcarle distancias.

Sucede que tanto en Madrid como en Andalucía gran parte de los votantes de Ciudadanos son de centro-derecha, incómoda realidad para albergar complejos de socialdemocracia. Y que muchos electores andaluces tienen un considerable rebote que muestran airados en las redes sociales: no os votamos, vienen a decir, para apuntalar al régimen de los ERE. Eso no va a ocurrir en la Comunidad madrileña. Al partido de Rivera le cuesta aceptar la evidencia de que su facturación electoral procede de un segmento sociológico descontento con el PP que ve en la marca naranja una opción limpia, razonable y moderada, esa especie de derecha moderna y reformista que el marianismo dejó de ser cuando subió los impuestos y Rajoy le dijo «sé fuerte» a Bárcenas. Para esa gente la mayoría natural no pasa por entregar el poder a los socialistas, y menos a los que manejan como un latifundio la región más atrasada de España.

Les guste o no a los dirigentes de C’s, los marcos mentales mandan y la investidura compensatoria de Díaz supone para ellos un coste más alto que la de Cifuentes. Como en aquella serie de «Fama», la política tiene un precio y aquí es donde van a empezar a pagarlo.

El perdón de los pecados

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