VIDAS EJEMPLARES

Con senso zurdo

El actual PP no ha ofrecido una alternativa intelectual a una España estatista

Luis Ventoso

España es un país donde si preguntas «¿qué quieres ser, funcionario o empresario?», la mayoría te dirá que funcionario. El maná del descubrimiento de América ayudó a afianzar esa mentalidad, con una fuente de ingresos copiosísima, pero extractiva, que llevó a desatender el fomento de la industria y la iniciativa privada (de hecho, la Revolución Industrial pasará casi de largo). También se debe a la huella católica, que a diferencia del protestantismo no fomentaba el enriquecimiento personal, al revés: el buen cristiano era el rentista hidalgo, y quien se metía en empresas, un criptojudío sospechoso. Hasta Franco bebe de ese pensamiento; de hecho su legislación laboral pone trabas al empresario y arropa al trabajador con el gran manto intervencionista del Estado (un modelo rígido que caldeó la anomalía de nuestro paro).

En las últimas elecciones subyace un importante tema ideológico: en España, desde el triunfo abrumador de González en 1982, el pensamiento dominante es el consenso socialdemócrata, incluido en cierto modo el actual PP, que no se ha atrevido a defender intelectualmente una filosofía alternativa. Ese consenso de izquierda solo se romperá puntualmente con Aznar, que llega merced a unas condiciones excepcionales: la corrupción del felipismo, su dilatadísimo mandato y unas denuncias mediáticas bien orquestadas. A diferencia de Rajoy, buen gestor, pero sin un talante intelectual de lecturas y reflexión introspectiva, Aznar sí intentó crear un pensamiento alternativo de sesgo liberal, con apertura económica y al exterior. Todas las semanas llevaba a gente de la cultura a La Moncloa, le preocupaba, sabía que para ganar la batalla de las urnas hay que ganar antes la de las ideas. Unido a su éxito económico, logra abrir un paréntesis en el pensamiento único filosocialista (a diferencia del mundo anglosajón, el español tipo cree en el Estado, no en el individuo). Pero la anomalía del aznarismo concluye en marzo de 2004. Por su arrogancia final y, sobre todo, porque la inteligencia dominante de izquierda no soporta ceder el poder y trabaja con método contra el PP desde los medios y la cultura. Ese esfuerzo cristaliza con la mezquina maniobra de aprovechar el dolor de los atentados islamistas para reinstaurar el consenso socialista.

Zapatero, que para nada era naif, llega con un proyecto de ingeniería social. Intenta cambiar la forma de pensar de la sociedad y convertir al adversario político en un enemigo, al que se debe aislar. De ahí su interés por reescribir la historia: España siempre ha sido de izquierda, Franco lo paró por la fuerza, y ahora el PP es lo que queda de Franco y hay que aniquilarlo (discurso intolerante, banal y falaz, pero con público).

Si en 2011 vuelve la derecha, es de nuevo por un hecho excepcional: la mayor crisis desde 1929, agravada por Zapatero. Rajoy logra la mayoría absoluta, evita la quiebra y sitúa al país como líder en crecimiento. Pero solo gestiona. Olvida por completo la batalla de las ideas que auspició Aznar e incluso acaba comprándole su paquete social a la izquierda (véase la marcha atrás en el aborto). ¿Resultado? Sudando frente a Sánchez y Podemos.

Con senso zurdo

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