PECADOS CAPITALES

La mano que mece Madrid

Si las encuestas aciertan, habrá una alcaldesa oficial y otra que decidirá más que la primera

Mayte Alcaraz

Artículo 196 de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del régimen electoral general que establece el procedimiento en la elección de alcalde en España.

A) Pueden ser candidatos todos los concejales que encabecen sus correspondientes listas.

B) Si alguno de ellos obtiene la mayoría absoluta de los votos de los concejales es proclamado electo.

C) Si ninguno de ellos obtiene dicha mayoría es proclamado alcalde el concejal que encabece la lista que haya obtenido mayor número de votos populares en el correspondiente municipio. En caso de empate se resolverá por sorteo.

Si las encuestas aciertan, la opción C marcará el nombre del futuro alcalde de Madrid. Inalcanzable ya la mayoría absoluta que el PP ha disfrutado desde hace 24 años, solo la suma en el Pleno de un conglomerado de partidos arrebataría a Esperanza Aguirre el bastón de mando (salvo que a ella la votara Ciudadanos, extremo descartado por Albert Rivera). Los candidatos a conformar ese frente antiPP son claramente PSOE y Ahora Madrid (plataforma que integra a Podemos). Si, como avanzan los sondeos, no alcanzaran la mayoría absoluta deberían recurrir a IU, si es que esta coalición hubiera obtenido el 5% de sufragios necesario para tener representatividad. En el caso de que la izquierda no llegara a la mitad de votos más uno, solo les quedaría como recurso para desalojar al PP, que Ciudadanos aportase a sus ediles, circunstancia poco probable. Así las cosas, la ley remitiría al supuesto C: el alcalde sería el candidato al que votaron mayoritariamente los ciudadanos. Ergo –y siempre según las encuestas–, Esperanza Aguirre.

Pero en ese escenario, la alcaldesa tendría los pies de barro. Una vez elegida regidora, no habría una decisión que no tuviera que consensuar con su grupo más afín, es decir, con el de Begoña Villacís (Ciudadanos), al que las encuestas no otorgan más de 10 concejales (ABC, 26 de abril), menos de la mitad de los que asignan a Aguirre, en torno a 23. Nos moveríamos pues en un andamiaje institucional sumamente frágil, en el que tendría más peso el programa del tercer partido (si no cuarto) que el del ganador. En otras palabras, Esperanza Aguirre, como puede ocurrirle a Susana Díaz, gobernaría con el programa de Ciudadanos. O no gobernaría.

De ahí que algunos se acuerden ahora de la propuesta del PP que defendía que, sin mayoría absoluta, la mejor opción estaría en una segunda vuelta. Así serían los ciudadanos los encargados de despejar la incógnita entre los dos candidatos más votados, evitando de esta forma que el presupuesto o las ordenanzas se decidan en una charla de cafetería. O incluso que el alcalde caiga a las primeras de cambio. Como ocurrió con Munar en Baleares. Salvando las distancias entre Munar y Villacís, claro. Grandes distancias.

La mano que mece Madrid

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación