HACIENDO AMIGOS
¿Quién juega aquí a tronos?
Si hay alguien que renunció en este país a privilegios de casta fue precisamente Juan Carlos I
Yo creo que es algo más que un gesto petulante y sobrao. Que Pablo Iglesias le haya ido a regalar «Juego de tronos» al único español cuyo trono no está en juego es la prueba palmaria de que ese hombre no vive en este mundo. Frente a la escabechina nacional que han provocado la crisis económica y la del bipartidismo, la Corona es hoy una balsa de aceite en la que la sucesión se ha producido sin ningún traumatismo pese a que no han faltado quienes querían enredar en esos mismos platós en los que se forjó el reinado mediático de Pablito. El gran argumento que evidencia lo fuera de lugar que se halla su regalo a Felipe VI no está en que éste sea un baqueteado superviviente de una Historia de sangre, fuego y conspiraciones sino en lo contrario: en que representa a una Monarquía parlamentaria y moderna que es exactamente la antítesis de todo eso. Yo es que creo que, por obvio que nos resulte, no nos podemos permitir dejarle pasar ese equívoco en una España en la que se ignora, se niega y tergiversa continuamente lo obvio.
Ante los demagogos se impone hacer de pedagogos. Se impone recordar que, cuando Juan Carlos I decidió devolver al pueblo español los poderes absolutos traspasados por Franco, no estaba haciendo otra cosa que dando la espalda a los juegos de tronos, a esa clase de luchas por el poder que amenizan esa serie televisiva de estética celta y fantasía medievaloide. La lección de cómo se preserva un trono en tiempos convulsos, sin necesidad de cortar cabezas ni montar bodas de sangre, el rey Felipe la aprendió de su padre. Si hay alguien que renunció en este país a privilegios de casta fue Juan Carlos I. Y, en efecto, la clase política hoy debería imitarle. Aquí el único «Juego de tronos» que hay es el de un profesor de Ciencias Políticas que va de Khaleesi por la vida, el de su sueño –una sociedad de esclavos que se mueran por sus huesos– y el de esos dos dragones que planean a su lado: Errejón y Monedero.
Pues no. Si hay algo que hoy no está en juego es el trono español. Es, curiosamente, en todas partes menos en ese trono donde se producen esos crueles juegos. A todos los demás españoles nos pueden mover, en los difíciles tiempos que corren, la silla o el sillón, el banco o la banqueta donde estamos sentados. Y, si queremos buscar a los Lannister, no será en La Zarzuela donde los hallaremos con sus navajazos, flechazos, decapitaciones y envenenamientos sino en cualquier partido político, grande o de chichinabo. Juego de tronos hay en el PSOE entre Susana Díaz y Pedro Sánchez con Felipe González por medio haciendo de Guardia de la Noche. Juego de tronos hay en el PP con todas las familias peleadas que tiene dentro y con la sangre corriendo de los Ratos, los González y los Granados guillotinados. Juego de tronos hay en Izquierda Unida donde la huida de Tania Sánchez ha dejado un rastro melancólico. Y no hablemos ya de UPyD donde están metidos todos los Lannister, los Stark, los Baratheon y los Targaryen dándose de garrotazos.