POSTALES

El PP y Ciudadanos

Al PP un pacto de gobierno con Ciudadanos puede resultarle a la postre más beneficioso que la mayoría absoluta

José María Carrascal

DE meterse uno en apuestas electorales, lo primero que tiene que advertir es que son más arriesgadas que la ruleta, la lotería o las quinielas. Con el cuarenta por ciento de los electores confesando que aún no tienen decidido a quién van a votar en las municipales dentro de mes y medio, ya me dirán ustedes qué posibilidades hay de acertar en las generales a finales de año. Ahora bien, como acertijo o adivinanza sí que están permitidas esas apuestas. Sin responsabilidad alguna, desde luego.

Hecha la advertencia, se aventura uno a decir que lo menos malo que le puede ocurrir a Rajoy es que gane sin obtener la mayoría absoluta, hoy fuera del alcance de cualquier formación. Y, de alcanzarlo, que lograse un pacto de legislatura con Ciudadanos, fuera o dentro del gobierno. La razón es bien sencilla: la afinidad ideológica es mayor que con cualquier otra fuerza política. Ambas son, o pretenden ser, liberales, de centro-derecha, defensoras de una España unida y plural, partidarias del libre mercado, de la Comunidad Europea y de la Alianza Atlántica, o lo suponemos, pues sobre lo último no recordamos haber oído posicionarse a Albert Rivera.

No habría, pues, problemas ideológicos para su colaboración, excepto el riesgo para Ciudadanos de ser absorbido por un partido hoy mucho mayor. Pero ahí entraría en juego su capacidad de marcar las diferencias en los puntos que no coinciden, que seguro los hay, mientras subraya las ventajas de haber contribuido a la gobernabilidad de España.

Y ahora voy a decir algo que seguro sonará herético a muchos del PP y no demasiado atractivo al propio Rajoy, ya que la mayoría absoluta es el sueño de todo gobernante. Pero un pacto de gobierno con Ciudadanos puede resultarle a la postre más beneficioso que la mayoría absoluta. Siempre que Albert Rivera y su partido lo aceptasen, desde luego, lo que no es seguro. Gobernar en solitario lleva consigo asumir la plena responsabilidad de todas las decisiones que se toman. Y seguro que algunas de las que ha tomado no gustaron a todos los miembros de un partido de espectro tan amplio como el PP. Buena parte de su ala derecha no se ha andado con rodeos al criticar su actitud ante el aborto o ante los presos de ETA, concretamente la excarcelación de Bolinaga. De gobernar con Ciudadanos, que está mucho más al centro que esa ultraderecha, siempre podría alegar que se había visto obligado a tomar esas medidas para poder seguir gobernando, lo que no eliminaría el enfado de aquella, pero al menos lo atemperaría.

Aunque, como les decía al principio, estas son meras especulaciones, ya que de aquí a finales de año queda mucho camino por recorrer y muchas sorpresas para el PP, para Ciudadanos, para el PSOE, para Podemos, para el resto de los partidos y para los españoles, que haremos bien en no creer otra predicción que la que salga de las urnas. O sea, paciencia y barajar.

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