POSTALES
Mariano Rajoy
Las elecciones, hoy, no se ganan. Se pierden. Y si alguien intenta ganarlas, las pierde por pasarse de listo
Todo el mundo, dentro y fuera de su partido, parece empeñado en que Rajoy haga una confesión en toda la regla, es decir, como se hacían antes: con examen de conciencia, dolor por los pecados cometidos, confesión de los mismos, propósito de enmienda y cumplimiento de la penitencia impuesta. Además, no en la confidencialidad de un confesonario, sino abiertamente, cara al público. Me van a perdonar, pero me parece una solemne tontería, aparte de un gesto no ya inútil, sino contraproducente.
Contraproducente, porque quien crea que con ello va ganar votos o recobrar los perdidos se equivoca de medio a medio o está tratando de que cometa ese error. Esa confesión pública sólo convencería a aquellos que le tienen entre ceja y ceja, de que tenían razón al pensar que se había equivocado, por lo que no merece su voto. Luego, porque no sería creíble, al no creer ya nadie a los políticos, por lo que se tomaría como una muestra de hipocresía, como su último y desesperado cartucho para no perder las elecciones.
Pero lo que termina de convertir tal petición en solemne tontería o en artera maniobra es que Rajoy no necesita ganar las próximas elecciones. Ha cometido errores, algunos de bulto, y no ha cumplido algunas de sus promesas, pero ha cumplido la principal: evitar que España cayera en la bancarrota, ponerla en el camino de la recuperación, conseguir que empezara de nuevo a crear empleo. Esa fue su gran promesa en las elecciones de 2011 y ahí está, realizada, sin que nadie pueda contradecirle. Las próximas puede ganarlas o perderlas, pero eso ya no se lo quita nadie. Y si las pierde, se retira a su despacho de registrador de la propiedad, en Torrevieja creo, donde ganará mucho más dinero y podrá fumarse tranquilamente sus puros sin que a cada momento le llegue un ministro o su jefe de prensa con una mala noticia.
Incluso podrá tumbarse en esa hamaca en la que gustan pintarle los caricaturistas, para contemplar con regodeo cómo sus sucesores le hacen bastante mejor de como se le ve hoy. Pues ¿qué va a hacer Pedro Sánchez si logra formar gobierno? Ya formarlo va a ser todo un problemazo: ¿con Podemos, con Ciudadanos, con los nacionalistas de nuevo? Y casi peor si consigue la mayoría absoluta, porque entonces tendría que hacer lo que está haciendo Rajoy –incumpliendo su promesa de deshacer cuanto ha hecho– o volver a Rodríguez Zapatero. Y no les digo nada si quienes forman gobierno son Iglesias o Rivera, porque hasta ahí podríamos llegar con nuestras extravagancias. Mientras los que habían abandonado el PP se encontrarían con que habían dado una bofetada a Rajoy… en su propia cara.
Con estas elucubraciones me había olvidado del principal argumento contra esa confesión pública: que las elecciones, hoy, no se ganan. Se pierden. Y si alguien intenta ganarlas, las pierde por pasarse de listo. Fíjense en todas las anteriores.